El día se encontraba soleado, eran aproximadamente las 4:00 pm, estábamos compartiendo con algunos integrantes de nuestra comunidad y luego de unas pequeñas boquitas, el músico que estaba allí me dijo: padre, creo que ya llegó mi tiempo de dejar de servir, ¿por qué? Pues me siento un poco sin fuerzas y poco útil...
Me acerco, pongo mis manos en sus hombros, lo miro a los ojos y le digo: sabes, siempre seremos muy útiles para Dios, los demás, los jóvenes y nuestra sociedad. No dejes que las voces del mundo ni de tu cuerpo, mente, te apaguen, ni mucho menos apague el carisma, talento, virtud que Dios te ha puesto, pues Dios cree en ti y no olvides “porque los que confían en El Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan” (Isaías 40,31).
Esta es la cultura del hombre de hoy, la del “descarte”, afirma el papa Francisco. Mi vida de hondureño, ya sea de adulto, joven, adolescente, profesional, empresario... no puede permitir ser parte de la cultura del descarte “el consumir y tirar” al “reducir o reutilizar” y que busca el confort, el placer, el dinero inmediato, potenciado por la publicidad y la industria de la obsolescencia programada. Pues hoy lo harás tú, mañana te lo harán a ti, por consiguiente, vive la cultura del encuentro, de la ayuda, dar, servir y tolerar, siempre aquel que está al lado tuyo puede hacer algo por ti, aprender de él, aportar en tu vida, guarda esto en la mochila de la vida.
En cierta conferencia realizan la siguiente pregunta ¿por qué los humanos tropezamos cien veces con la misma piedra? -Entonces respondí al conferencista-. “Yo creo que los humanos, los seres humanos, tropezamos 100 veces sobre la misma piedra por falta de humildad”. “La humildad es para mí la virtud más grande que existe, pues una persona humilde tropieza con una piedra y está dispuesta a reconocer que ha tropezado con una piedra y no a intentar ocultarse ante sí misma o ante los demás lo que ha sucedido”. “Porque creo que cuando una persona es humilde y tropieza con una piedra se deja asesorar, pregunta, escucha, pide ayuda y se deja ayudar”. Porque sabe que el otro sin importar la edad, color, estrato puede aportarte más de los que te imaginas, pues es más útil que tú, y si alguno cree que no eres útil, Dios cree que ti.