01/05/2024
10:06 AM

Necesidad mutua

  • 22 enero 2024 /
Emy James

Estaremos de acuerdo en que de un tiempo a la fecha, hombres y mujeres nos hemos involucrado en una especie de competencia, de guerra de géneros que parece tener como objetivo principal demostrar que ninguno tiene necesidad del otro, una lucha sin cuartel condenada desde ya al fracaso.

Las redes sociales están inundadas de hombres descontentos por tanta libertad que ha alcanzado la mujer en estos tiempos, libertad a la que ellos califican como libertinaje. Están culpando a la liberación femenina de las altas tasas de divorcios y del rompimiento familiar.

Las mujeres por otro lado no dejan de pregonar por aquí y por allá que no necesitan a un hombre para nada, además de un ataque al sexo masculino que parece tener más que ver con un gran rencor por todos los siglos de cruel sumisión a los que fuimos expuestas.

Todo esto en internet, en bares, restaurantes y cafés, nada más. Porque una vez que se está a solas, el pensamiento, el mensaje de texto o la llamada telefónica van dirigidos precisamente a ese hombre o esa mujer que ocupa un espacio importantísimo en nuestra vida o, que nos gustaría formara parte de esta. Porque y aunque no nos guste aceptarlo, está en nuestra naturaleza el sentir la necesidad de compartir con el otro, esto que somos.

Nada que podamos lograr tendrá de verdad un valor significativo si no tenemos a ese alguien con quien compartirlo.Nos dice Platón que en algún momento el ser humano era en realidad mitad hombre y mitad mujer, que teníamos cuatro extremidades etcétera. Esto nos hacía increíblemente poderosos, algo que los dioses en el Olimpo no terminaban de ver con buenos ojos. Un buen día y por el miedo de que tal vez esta fuerza humana pudiera rebasar la suya, Zeus mandó que mataran a todos los hombres.

El resto de la directiva no estuvo del todo de acuerdo, narcisistas como eran se preguntaban; “si matamos a los hombres, ¿quién nos adorará?” La solución que se encontró fue la de cortar a todos por la mitad y dejarlos andar así, y así fue.

Dice el mito que desde entonces y aunque ya no quedan marcas de la herida de aquella incisión, tanto hombres como mujeres guardan inconscientemente el recuerdo de aquella unidad que se les arrebató y que por lo tanto siguen buscando incasablemente a esa otra mitad con la cual sentirse de nuevo poderosos...y completos.

Total, que, podemos seguir pretendiendo ser criaturas que en realidad no somos o, aceptar nosotras, que contar con ellos es algo maravilloso, y ellos podrían ya de una vez ir admitiendo lo que hace tiempo confirmó el Sr. Arjona cuando aseguró que estarían dispuestos a dar cualquier cosa (esto incluiría la columna vertebral aparentemente), a cambio de nuestra compañía.