El escándalo no debería sorprendernos tanto dada la fragilidad de la naturaleza humana, con tendencia a perderse ante la tentación del poder y la codicia. Pero para los simples mortales que estamos alejados de esos círculos de riqueza y poder siempre nos impresiona conocer los detalles de estos intrincados arreglos financieros que ofrecen los “paraísos fiscales”.
La investigación contiene 11.5 millones de documentos recibidos por un diario alemán que los compartió con medios de comunicación de todo el mundo y que detalla con nombre y apellido a 140 personalidades que habían colocado dinero en estos paraísos fiscales.
Lo interesante de todo esto es que durante 40 años la firma de abogados de Mossack Fonseca, de origen panameño, ofreció oportunidades a estos personajes de la política incluyendo presidentes, artistas, deportistas y empresarios para ocultar sus riquezas sin ningún problema.
Todas estas personas cayeron en la trampa de creer que su información jamás saldría a la luz, pero como en muchas otras ocasiones una vez más nos damos cuenta que entre cielo y tierra no hay nada oculto.
Desde el punto de vista positivo es bueno que estos asuntos salgan a la luz pública para que a través de investigaciones serias se deduzcan las responsabilidades que correspondan. El lado negativo es que el mencionado bufete haya estado haciendo estas operaciones por más de 40 años en la impunidad.
Demostradas quedan dos cosas: tarde o temprano todos caen pero a veces tardan mucho tiempo haciendo daño antes de caer. Es importante que los Gobernantes y las figuras públicas del mundo tomen conciencia que dentro de su rol de liderazgo deben dar el ejemplo de un comportamiento ético, intachable y que sus acciones y decisiones sean para el bien común y cumpliendo con todas sus responsabilidades. También es cierto que los humanos somos débiles y por eso debemos asegurarnos de crear pesos y contrapesos en las instituciones públicas y privadas así como tener los controles adecuados para evitar que se den estas situaciones.
Es importante que el castigo de portarse mal sea lo suficientemente fuerte para actuar como disuasivo de las malas decisiones y las unidades encargadas de los controles y las auditorías deben tener una absoluta independencia para asegurar que cumplan con su función.
A menor escala hemos visto en nuestro país cómo recientemente han salido a la luz pública información de casos de años anteriores cuyos actores creían que la información estaba bien enterrada.
Que estos hechos salgan a la luz debería ayudar a que se deduzcan responsabilidades, pero lo más importante es que como país nos aseguremos de tener personas adecuadas en las posiciones de poder y buenos controles de las instituciones contraloras del Estado. ¡Tomemos las medidas hoy para evitar los daños del mañana!
*Ingeniero, consultor y máster en
