19/01/2025
03:59 PM

Más respeto, por favor

Elisa M. Pineda

La forma en la que percibimos lo que nos rodea se convierte en nuestra realidad, aunque no sea estrictamente eso. En las percepciones intervienen las experiencias, los conocimientos, las ideas y las creencias de cada persona.

Hay que tener siempre presente esto cuando se trata de temas que son motivo de debate, de manera especial en redes sociales digitales, en las que hay oportunidad para opinar sobre casi todo.

Uno de los temas que ocupa el debate en ese mundo de redes, es la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, evento de interés mundial que se celebra actualmente en Francia.

En un evento de esa naturaleza hubo derroche de creatividad, que provocó reacciones a favor y en contra de lo transmitido por medios tradicionales y nuevos.

Especialmente llamó la atención la representación viva de una obra pictórica. Las imágenes mostraban una escena personificada por “drag queens”, es decir, hombres (generalmente) que se disfrazan de mujeres, con exageración del maquillaje, peinado y vestuario, para actuar en espectáculos.

La escena fue vista por millones de personas alrededor del mundo, entre ellos, los fieles cristianos, que no tardaron en asociarla con la reconocida obra “La última cena” de Leonardo Da Vinci, que sin duda forma parte del marco de referencia para quienes -me incluyo- hemos pasado la vida entera viéndola en alguna pared del comedor del hogar, creciendo con esa imagen.

Las explicaciones han abundado en el mundo digital, haciendo ver que no se trata de la representación de dicha obra, sino de “El festín de los dioses” de Jan Harmensz van Bijlert (pintor neerlandés que vivió entre 1597 y 1671) de acuerdo con datos que fluyen en internet.

Pero no fue el único aspecto “raro” de la ceremonia: el jinete blanco, una imagen que dice mucho al mundo cristiano, relacionada con el libro bíblico del Apocalipsis. Sobre esto también abundan explicaciones, aduciendo que se trató de la representación de “Sequana, diosa del río y símbolo de la resistencia” de acuerdo con el director artístico de la ceremonia.

Estas expresiones, sumadas a la de María Antonieta decapitada y sin duda algunos aspectos más que escapan de lo transmitido al mundo, parecen tener un propósito: provocar.

Porque hay que reconocer que difícilmente los organizadores no consideraron que el mundo cristiano tiene como referencia la obra de arte en la que Jesús, hijo de Dios, es protagonista, en lugar de la de Baco y que el jinete blanco tiene más de una interpretación, siendo una figura muy delicada. Provocar – como sinónimo de retar o desafiar- parece ser una estrategia muy utilizada en este tiempo en el que el respeto ha pasado a un segundo y quizás tercer plano, pero tiene enormes riesgos.

Los Juegos Olímpicos debe ser un motivo de celebración de la hermandad humana. ¿Era pertinente este tipo de imágenes que fácilmente pueden ser catalogadas como grotescas? Por supuesto que no. Es importante tener siempre en cuenta que hay límites, especialmente cuando se trata de audiencias globales. El respeto, un camino de ida y vuelta, siempre será la mejor opción, clamar por él es derecho de todas las personas. ¡Más respeto, por favor!

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