Porque en Latinoamérica en general se está cada vez orillando el sistema de justicia de tradicional en procura de sistemas alternativos de justicia como la mediación y la conciliación. Algo que nosotros estamos siempre copiando de otros países y en particular de la madre patria, de donde nos han llegado la mayoría de nuestros códigos jurídicos; pero lo cierto es que aquí el sistema de justicia tradicional, a pesar de todos los cambios que ha implementado, como la oralidad; por ejemplo, aún no tienen la dinámica y la celeridad que todos esperamos.
Y esta celeridad que esperamos y que no se tiene aún, aunque se ha reducido de alguna manera en relación con el sistema escrito, obedece a diferentes razones, ya que el sistema mismo aún no cuenta con la infraestructura física para responder de manera adecuada a un sistema judicial oral con todas las garantías jurídicas y tampoco el personal está debidamente capacitado para responder a los retos de un sistema moderno, por ello esperar que la justicia alternativa vaya sustituyendo el sistema tradicional será un proceso que no avizoramos a corto plazo.
Ahora, con los métodos de justicia alternativa como la mediación y la conciliación, el Estado se puede ahorrar mucho presupuesto, ya que los procesos se acortan y se resuelven en un menor tiempo del que tomarían en la justicia tradicional, pero también se está perdiendo en cuanto a garantía de justicia y de institucionalidad, pues en alguna medida se mira de reojo el sistema tradicional y se le deja de fortalecer como una garantía para el ciudadano del acceso a la justicia y los tribunales, debido a que la justicia alternativa también puede volverse poco asequible para el ciudadano común que deseara optar por los métodos alternativos para la resolución de conflictos.
En materia presupuestaria es también muy probable que el Estado salga ganando al destinar menos recursos a la justicia tradicional mientras se promueven los métodos alternos de resolución de conflictos, con el menoscabo de que la justicia pueda quedar muy privatizada y dejar de ser un derecho para convertirse en un privilegio, que es lo que justamente se trata de combatir con los métodos de justicia alternativa.
Las modas como en cualquier otro campo de la vida vienen y se van, duran mientras la emoción las sostiene y desaparecen cuando dejan de gustar. Es mejor mantenernos en las tendencias que marcan las épocas y que dejan huellas, en ese sentido tenemos que fortalecer el presupuesto judicial, exigir la modernización de las instalaciones físicas y la capacitación profesional del personal judicial para hacer de la justicia un verdadero derecho y no un privilegio.