El escritor del libro de Eclesiastés tiene mucho que decir con respecto a la riqueza material.
En el libro de Proverbios también encontramos un centenar de dichos sobre el tema de las riquezas y el dinero. Como bien lo plantea un comentarista, la riqueza material puede ser una bendición (Proverbios 10:22) o una maldición (Proverbios 30:9), dependiendo de cómo nos relacionemos con ella.
Dios también nos advierte que no nos enriquezcamos con malas acciones o medios injustos, y que es mejor buscar la sabiduría que la riqueza, porque la sabiduría y el conocimiento valen más que las piedras preciosas. ¡Ni los tesoros más valiosos se les pueden comparar! (ver Proverbios 15:27; 3:13-15).
Por otra parte, los expertos opinan que, al fin de cuentas, el dinero es una mercancía efímera que nos da una falsa seguridad. El autor del libro de Eclesiastés parece concordar con esto cuando dice que hay gente que piensa que el dinero no es importante, pero cuando ya lo tiene, todavía quiere más.
Eso tampoco tiene sentido, porque quien se llena de dinero también se llena de gente que quiere gastarlo. Lo único que sacan los ricos es el gusto de ver tanto dinero (5:10-11).
Por eso, querido lector, la recomendación bíblica es: invertir para la eternidad. Jesús dijo: “No traten de amontonar riquezas aquí en la tierra. Esas cosas se echan a perder o son destruidas por la polilla. Además, los ladrones pueden entrar y robarlas. Es mejor que amontonen riquezas en el cielo.
Allí nada se echa a perder ni la polilla lo destruye. Tampoco los ladrones pueden entrar y robar” (Mateo 6:19-20, TLA). Considere también esto: “No se olviden de su Dios. Obedezcan todos sus mandamientos... Es fácil olvidarse de Dios cuando todo marcha bien, cuando uno está lleno y tiene de comer, cuando tiene una buena casa y mucho ganado, oro y plata. Cuando la gente tiene más y más, se vuelve orgullosa y se olvida de Dios. Por eso, ¡tengan cuidado!” (Deuteronomio 8:11-14, TLA).