11/06/2025
07:14 PM

Idiosincrasias

La reciente muerte del príncipe Felipe de Edimburgo trajo nuevamente a mí la interrogante del porqué un país que es tan crítico de sus instituciones (el Parlamento, la prensa, la Policía) permanece tan fiel a la monarquía? El 76% de su población se muestra favorable a la existencia de esa institución costosa y, más aún, se muestran cómodos con la excentricidad de esa figura simbólica.

Francisco Gómez Villela

La reciente muerte del príncipe Felipe de Edimburgo trajo nuevamente a mí la interrogante del porqué un país que es tan crítico de sus instituciones (el Parlamento, la prensa, la Policía) permanece tan fiel a la monarquía? El 76% de su población se muestra favorable a la existencia de esa institución costosa y, más aún, se muestran cómodos con la excentricidad de esa figura simbólica.


Aparentemente tiene que ver con la concepción de algo que “representa tanto o más de orgullo que de la razón”, y que reflejan una parte importante del carácter nacional. El sentimiento de una sociedad antigua que respeta esa manifestación cultural de más de mil años. Un sentido de identidad nacional por encima de la lógica mundana.


De cualquier manera, los que vivimos en este lado del planeta probablemente nunca lograremos entender ese arraigo sentimental porque culturalmente somos distintos, nuestra historia es más reciente y menos documentada.


Aquí nos vimos colonizados por otra monarquía y dos siglos después de habernos independizado seguimos peor que en aquellos tiempos porque los señores feudales de antaño han sido sustituidos por políticos criollos con ínfulas de reyes que nos tienen subyugados con su despotismo.


Nos creemos soberanos, pero realmente somos tontos útiles de unos cuantos que independientemente del color político desangran este pueblo con desprecio, soberbia, indiferencia y corrupción.


Aquí tenemos otro tipo de “indiosincrasia”. Recién circuló un video que se hizo “viral”( la palabra de moda). Un pleito de dos damas en un bar de Comayagua atestado de jóvenes sin ningún distanciamiento ni mascarillas. Se informó también que el volumen de llamadas que recibe el 911 en la capital denunciando “coronafiestas” es de aproximadamente 500 durante el fin de semana.


¿Y la ley?


Por más que lo intente no logro comprender tal grado de irresponsabilidad de la población. A pesar de las cantidades de información sobre la naturaleza de la pandemia y las formas de prevenirlas, las personas son incapaces de evitar socializar y de perder los estribos al calor de las bebidas alcohólicas (por decirlo elegante).


No logro entender cómo el país ha enfrentado esta pandemia. Gobierno incapaz y pueblo cómplice. Ineptitud e irresponsabilidad juntas. Lloriqueando porque no hay vacunas, pero viviendo la vida loca a placer. Cuando fallecen sus familiares dicen “en el hospital me lo mataron”, olvidando el desenfreno con el que vivían.


Dos situaciones difíciles de comprender. Una, destacable, tiene que ver con un sentimiento de orgullo nacional británico. La otra, la nuestra, es patética. A veces es mejor no escudriñar la realidad. Es deprimente.