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Humildad

  • 15 octubre 2014 /

La humildad es la esencia de lo que somos, es tener los pies sobre la tierra. Es saber quiénes somos en Dios sin tener un alto o bajo concepto de nosotros mismos. La humildad se lleva en el corazón. Romanos 12:3 dice que “Nadie tenga un concepto de si más alto que el que debe tener, sino mas bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado”.

Pensar fuera del concepto que Dios tiene se llama orgullo, debemos servir a Dios por gratitud, siendo agradecidos teniendo claro que todo lo que somos y tenemos es por la gracia de Él, es probable que muchas de las cosas terrenales que usted tiene le haya tocado pagar un precio, sacrificio; sin embargo Dios le dio la habilidad, la fuerza, energía y talento para que pudiera obtener la bendición que hoy tiene. Debemos estar plenamente seguros y convencidos de que fuera de Él nada somos y nada tenemos.

La Biblia nos exhorta a que vivamos con humildad, que seamos solidarios con los demás reconociendo que todos tenemos fortalezas, debilidades, talentos y limitaciones, nadie es mas y nadie es menos, cada persona tiene un propósito, forma parte del cuerpo de Cristo, cada uno tiene una función específica que debe cumplir.

La humildad no se demuestra con palabras, no tienes que convencer ni publicar a los 4 vientos quién eres o qué tienes, tu forma de andar y actuar hablará por sí sola. La humillación a Dios es una llave que abre los portales del cielo como recompensa y nos llenan de riquezas verdaderas, recuerde que la única riqueza en la que usted podrá tener una vida plena es la que viene de nuestro creador.

Proverbios 22:4 dice que “Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida”. Y la recompensa no sólo es para una persona, sino para todo un pueblo.

2 Crónicas 7:14 nos garantiza que “Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra”.

Dios puede hacer la obra transformadora, podemos lograr misericordia; pero necesitamos unirnos como pueblo, humillarnos y Él hará. Recuerda que cuando Dios iba a destruir Sodoma y Gomorra dijo “sin tan sólo un justo hubiera yo no destruiría su tierra”.

Nuestro mayor ejemplo de humildad fue Jesucristo, Él jamás se exaltó por los milagros y maravillas que hizo aquí en la tierra. Dios promete una vida de riquezas verdaderas para las personas con un corazón humilde. ¡Dios te bendiga poderosamente!