En la campaña que lo catapultó al triunfo electoral del 27 de octubre pasado, Fernández, jefe de gabinete de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015), dos Gobiernos heterodoxos en materia económica, fue claro: Argentina debe pagar sus deudas, pero para eso debe volver a crecer. Prometió encarar una negociación tanto con los acreedores privados como con el Fondo Monetario Internacional (FMI) “amigable”, es decir, sin quitas sobre capital e intereses, pero extendiendo los plazos de vencimiento para darle así “aire” a la economía argentina, hundida en recesión desde 2018.
Sin embargo, acreedores y analistas dudan que Argentina pueda despejar su horizonte financiero sin negociar una quita, mientras otros temen un cese de pagos a la vuelta de la esquina. “El Presidente electo para conducir el país a partir del 10 de diciembre no ha diseñado o comunicado en público cuál es la hoja de ruta económica a seguir, lo que mantiene en vilo a los agentes económicos”, observó el economista Salvador Di Stefano.
Según datos oficiales, hacia finales de septiembre la deuda argentina ascendía a 315,000 millones de dólares, de los cuales 126,000 millones estaban en manos de acreedores privados y 75,000 millones eran con organismos internacionales.
El resto es deuda entre entidades del sector público argentino, más fácil de gestionar.
El problema es que en 2020 Argentina debe afrontar deudas con acreedores privados y organismos multilaterales por unos 39,300 millones de dólares, una suma que se torna impagable sin posibilidades de refinanciación a través de los mercados voluntarios de crédito o de nuevos préstamos por parte de organismos internacionales.
“Es el primer camión que se nos viene encima. Vamos a tener vencimientos por unos 15,000 millones de dólares entre ahora y mayo del año próximo. Esto no tiene precedentes en Argentina”, advirtió días atrás el economista Guillermo Nielsen, que asesora a Fernández. Actualmente, las reservas totales rondan los 43,500 millones de dólares, pero si se descuentan el respaldo de los depósitos bancarios en dólares, el dinero depositado en organismos financieros internacionales y créditos otorgados al país, el saldo de reservas netas es, de acuerdo con cálculos diversos de consultoras privadas, de entre 7,000 y 12,000 millones de dólares. La elaboración de una propuesta de reestructuración seguramente pondrá al nuevo Gobierno en una disyuntiva: una quita elevada con menor esfuerzo fiscal, pero a costa de un humor inversor menos dispuesto a apostar por Argentina o una salida más “amigable”, sin quitas, pero con mayor ajuste fiscal y un desempeño económico más acotado e incluso negativo. EFE
