Si el consumo en general ha visto sus cifras caer por los suelos como consecuencia de esta inédita crisis de salud y del clima, el consumo de libros nos imaginamos tiene al borde de la quiera a los libreros; sin embargo, pocos nos detenemos también a ver el problema que están enfrentando los medios de comunicación, sobre todo los medios escritos como este, porque de esta aguda e inédita crisis pocos hondureños podrán salir indemnes. No es para menos, la caída en el Producto Interno Bruto jamás se había visto y eso ha afectado por igual a todos los sectores económicos, incluidos los medios y entre los más, los medios escritos.
En otros países del mundo se mide el número de libros que las personas leen en el año así como la cantidad de habitantes de ese país que desarrollan el hábito de la lectura; en Finlandia por ejemplo una persona lee 17 libros al año y en EE.UU., se leen 7 libros al año, en el caso de Honduras tendríamos que medir cuántas páginas se lee una persona por año y si son páginas en físico o son virtuales, pues muchos alegan hoy en día que el internet ha hecho que más gente lea y es posible, pero no es precisamente lectura que haga crecer o edifique.
En el caso de los medios de comunicación escrito, los efectos de la pandemia y los fenómenos naturales han causado una merma en la pauta publicitaria tan grande que ahora los periódicos vienen más “flaquitos” de contenido y en el caso de LA PRENSA prácticamente se ha dejado de circular el domingo y se ha sustituido por un ejemplar de reportajes aderezado por noticias reportadas del New York Time, pero que sin duda impacta también en los lectores que acostumbraban tomar el desayuno o el café de la tarde deleitándose con el ejemplar noticioso del domingo de LA PRENSA.
Sin duda que los hábitos tienen que cambiar, pero es bastante difícil renunciar a una buena lectura del domingo cuyo hábito tan saludable se alimentó por décadas de la mano de un ejemplar de Diario LA PRENSA, pero esto es así y a los lectores les está cambiando los hábitos y a los medios les ha causado estragos económicos, sin que nadie hable de ayudar financieramente también a este importante sector de la economía y la cultura del país.
Sin duda los golpes que la pandemia ha asestado en la economía, la salud y la educación del país tardarán décadas en cicatrizar, pero también se da el gran retroceso que se ha sufrido en estos campos de la realidad nacional; empero, la afectación intelectual del hondureño con esta pandemia amenaza con lanzar a la obscuridad de la ignorancia a millones de niños y jóvenes, así como la falta de medios escritos y de contenido también amenaza los hábitos y el intelecto de millones de hondureños que por toda una vida han caminado de la mano de los medios de comunicación escritos del país.