El testimonio más completo de la antigüedad es el de la peregrina Egeria, una romana del siglo IV, de la Hispania (actual España), quien entre el año 381 y 384 recorrió más de 5,000 kilómetros con el objetivo de contemplar, registrar y transmitir a Occidente, través de cartas, todo lo que acontecía durante estos días santos en la Iglesia de Oriente.
Los cristianos heredamos de los hebreos este aspecto celebrativo de nuestra fe. Israel comprendió desde muy temprano la necesidad de mantener fresca la memoria colectiva del pueblo y de ayudarle a releer los acontecimientos de su historia no como simples hechos del pasado, sino como acciones vivas y eficaces del Señor que interviene en la historia humana para volverla historia de salvación.
La iglesia primitiva, proveniente del judaísmo, adoptó esta visión desde el principio, testimonio de ello es el actual año litúrgico en el que a través de distintos “tiempos” celebramos la vida, hechos, palabras, pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús, teniendo como fuente y cumbre de toda la vida Cristiana a la celebración eucarística. El Evangelio de Lucas coloca en boca de Cristo este mandato, durante la última cena: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19).
Y es que la memoria desde el punto de vista psicológico es un motor dinámico y pedagógico en la vida humana, aprendemos con refuerzos de memoria positivos y negativos, de la misma manera Dios utiliza estos refuerzos de nuestra memoria individual y comunitaria para hacernos madurar en la fe. En la Sagrada Escritura, diversos términos que pueden traducirse como “recuerda” aparecen más de 150 veces; pero para los cristianos, celebrar no solo es recordar, pues el termino griego que S. Lucas utiliza para hablar de memoria es “anamnesis”, que significa “memorial”, es decir, actualizar, hacer presente, vivo y eficaz aquello que se recuerda y celebra no solo como algo lejano en el tiempo y la distancia , sino que tiene repercusiones en el aquí y ahora “Memoria” es la palabra que vincula idealmente la Eucaristía a la Pascua Judía, que era también “un memorial” (Ex.12,14).
Ya San Pablo en el relato de la institución eucarística repite dos veces aquel mandato de Jesús, y especifica además cuál es el contenido de la memoria que se ha de hacer del Maestro diciendo: “Pues cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz anuncian la muerte del Señor” (1 Cor.11,26). El contenido de esta memoria es la muerte de Cristo que sigue actuando en la vida del hombre del siglo XXI, las raíces de la eucaristía están en la Pascua judía.
Dios es el Dios de la Pascua, que va a pasar y nos lleva de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría. Este es exactamente el corazón de la Pascua judía que se va a cumplir plenamente en Jesucristo que nos hace pasar de la muerte a la Vida. Pues Como dice el padre Francesco Voltaggio, doctor en Sagrada Escritura y Arqueología Bíblica: “Hay que entender que en Jesucristo no se cumple solamente la Escritura, sino que se cumple toda la Historia de la Salvación que Dios ha hecho con el pueblo judío... La Sagrada Escritura, como el Antiguo Testamento, siempre está conectada con la Tradición, porque viene de la tradición de un pueblo, está escrito para un pueblo y para ser vivido y celebrado en la liturgia. ¡Buen Triduo Pascual A todos!