Un merecido homenaje póstumo rinde la Academia Hondureña de la Lengua al literato Eduardo Bähr al dedicarle su revista número 29 que, más que una publicación periódica, es un compendio literario que incluye diversos temas de interés para los amantes de las letras y la cultura general. Junto con una breve reseña biográfica del homenajeado, la obra busca rescatar, desde el punto de vista bibliográfico, toda su producción literaria y cinematográfica.
Eduardo Bähr ha sido un destacado cuentista y dramaturgo, director, actor y autor de numerosas obras que aún hoy permanecen inéditas. Además, cultivó el ensayo y colaboró, dentro del cine hondureño, como actor de diversas películas y videoclips. Pasó una infancia difícil en su natal puerto de Tela. Su padre, que trabajaba en el ferrocarril, fue despedido por colaborar en la movilización de los trabajadores que organizaron la huelga bananera de 1954. La situación económica de la familia empeoró y tuvo que mudarse, tras la muerte del padre, al departamento de Lempira. Desde entonces, Eduardo tuvo que sacar adelante a sus cinco hermanos menores, hijos de un marinero que pasaba embarcado la mayor parte del año. Posteriormente pasó a la tutela de un tío que le encargaba trabajos pesados para un niño de nueve o diez años como él. Pese a todas las vicisitudes que le presentó la vida, Eduardo subió todos los peldaños de la superación académica hasta realizar un postgrado en Letras Hispánicas en la Universidad de Cincinnati, Ohio, Estados Unidos. A su muerte, ocurrida a los 83 años de edad, dejó un hermoso legado de obras que le valieron premios, medallas y otros reconocimientos en los ámbitos nacional e internacional.
Aparte de la reseña biográfica escrita por Isabel Díez Mégez, la revista satinada ofrece un álbum fotográfico de diferentes facetas en la vida del extinto polígrafo Rafael Heliodoro Valle, uno de los pioneros de la insigne academia fundada el 28 de diciembre de 1948. Gracias a estas publicaciones y otras proyecciones culturales hacia la comunidad, la Academia Hondureña de la Lengua ha ido ganando poco a poco el cariño y respeto de la sociedad hondureña que ve en la institución a una amiga que ayuda en la tarea del buen hablar y escribir. Su director, el médico y escritor, Víctor Manuel Ramos, ha dicho que las academias de la lengua no tienen capacidad coercitiva para decidir cómo deben hablar las gentes, pero aportan los caminos esenciales para que nuestro lenguaje sea claro.