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Despotismo

  • Actualizado: 19 febrero 2023 /

Desde hace décadas todos los sectores de la población hondureña están clamando por un país donde la vida sea más piadosa. Donde no sea tan difícil respirar. Donde las personas puedan tener sueños y esperanzas. Donde el día a día no sea sufrimiento, y donde la vida sea vida, y no sangre, sudor y lágrimas.

Donde la gente se sienta segura y no amedrentada de tanta violencia, segura que las leyes se aplicarán a rajatabla sin componendas de ningún tipo, donde los que gobiernan realmente representen los intereses del pueblo. Un país dónde existan oportunidades de desarrollo personal que infundan en el ciudadano el interés de mejorar porque sabe que sus esfuerzos rendirán frutos.

Está difícil lograrlo. La degradación del ser humano actual y la complejidad de las expectativas creadas por un modelo de vida de fantasía, han llevado a las sociedades a un punto casi sin retorno donde la consigna es “sálvese quien pueda”.

Esto es una tarea de todos, de la familia formando personas con valores morales y humanos, de los centros de enseñanza educando a conciencia, modelando personas, de las organizaciones de cualquier tipo inculcando honestidad e integridad a sus miembros, de un sector empresarial que premie con justicia el trabajo de sus empleados, sin avasallar sus derechos, de las iglesias siendo ejemplo de virtud y esparciendo un mensaje actualizado de sus preceptos. Y especialmente de los políticos, de donde saldrán los gobernantes.

Llevamos varias décadas de generaciones de políticos cada vez peores. Faltos de educación, moral, integridad y vergüenza. “Se creen creídos”, miran por encima del hombro, como nuevos ricos. Como si él pertenecer a ese grupo les da inmediatamente derechos absolutos para realizar acciones en detrimento del pueblo, sin miramientos, a placer, con la certeza que nadie podrá detenerlos, y sin rendir explicaciones ante el pueblo, ante sus familias, ante sus conciencias.

La elección de la Corte Suprema de Justicia es un ejemplo perfecto de su ejecutoria. Debían elegir a los mejores, y acabaron colocando los que van con sus intereses políticos. Dejaron fuera a la mejor calificada. Inaudito. ¿Meritocracia?, no. Despotismo descarado. Con ellos gobernando, la esperanza se vuelve angustia.

Si la tierra no tiene buena semilla sus frutos serán malos. Es lo que nos ha pasado y no queremos reconocer. No hemos sido buenos formadores de ciudadanos que en algún momento accesarán a través de la política a puestos de gobierno.

Malas personas, malos ciudadanos, malos políticos, malos gobiernos, mal país.

Resiste, patria, resiste. Llegará tu día.