Las continuas tragedias vividas en diferentes centros educativos en Estados Unidos nos tienen consternados. Hace apenas unos días tuvimos noticias de una escuela secundaria en Georgia que fue atacada por uno de sus alumnos. El estudiante de catorce años hirió a varios compañeros y maestros, matando a cuatro de ellos, dos estudiantes, un profesor de fútbol americano y una profesora de matemáticas que precisamente ese día había horneado un pastel y llevado pizza a la escuela para celebrar su cumpleaños con sus alumnos. Una verdadera tragedia que comenzó, según se informa, el año pasado cuando el atacante publicó amenazas de tirotear su escuela, que continuó con la increíble idea de su padre de comprarle un arma como regalo de Navidad y que culminó en esta barbaridad. Pero la realidad es que todo esto comenzó mucho antes.
De una u otra manera esto nos afecta a todos, el mundo está de cabeza, no es cosa de un solo país por lo que sorprende escuchar y leer comentarios de personas que opinan que regulando la venta de armas se soluciona todo y desde luego que “el gobierno es el único culpable”. Demasiado simple.
Con esa afirmación los primeros que salen exonerados son los principales responsables: los padres de familia. Estaremos de acuerdo en que es inaceptable que se pueda encontrar cualquier cosa en internet, desde una receta de cocina hasta instrucciones de como suicidarse. Increíble que todavía no exista regulación alguna al respecto y más inaudito aún, que niños y adolescentes accedan a esto sin supervisión alguna. Es más, que los mismos padres corran a comprarles estos dispositivos tan de moda a sus hijos desde tempranísima edad a sabiendas de que pueden conectarse fácilmente a internet. Luego tenemos los tan apetecibles videojuegos, esos que tienen un alto contenido de violencia en los que la meta final es “matar”, y entre más se “mata”, más se “gana”.
El sentido común nos puede decir que esto no puede ser bueno para el cerebro de nadie, mucho menos para el de ellos. Ellos que pasan la mayor parte de tiempo solos porque papá y mamá tienen que trabajar. Ellos que no tienen conversaciones largas con sus padres que cuando están en casa en realidad no están ya que la computadora, la televisión y desde luego, el teléfono móvil, tienen su completa atención. Para ellos que tal vez están atravesando crisis de identidad, depresiones, que están siendo tan influenciables, que tal vez están sufriendo bullying en la escuela donde los profesores o están muy distraídos, o estresados o cansados para enterarse. Muchachos que viven en soledad aún teniendo numerosa familia alrededor. Que se la pasan en sus habitaciones por horas tal vez viendo en su celular lo que no deberían ver, escuchando música que no deberían escuchar.
Personitas que no encuentran su lugar en el mundo, carentes de las guías necesarias porque esas guías están ocupadas en otras cosas.