22/05/2025
12:14 AM

Carlos Reyes, médico ejemplar

Pero a Reyes le interesaba también la historia, la sociología, la política, la cosmología, la psiquiatría, los problemas de la ansiedad humana, la importancia de las emociones en el comportamiento de las personas.

Juan Ramón Martínez

Lo conocí en el transcurso de la pandemia. Mientras otros médicos dejaban solos a sus enfermos, Carlos Reyes iba de casa en casa a atender a quienes reclamaban sus servicios. Le conocí en nuestra casa. Creo que vino a atender una de las frecuentes dolencias de Nora. Aproveché para presentarle las mías, especialmente los problemas frutos de una caída en una carretera en las cercanías de El Progreso y las fatigas dolorosas de mis rodillas que, por su uso, reclaman la mayor de las atenciones. Conversador e inteligente, supe desde el principio que el doctor Reyes no era un médico común. La primera conversación que tuvimos, después que me inyectara para reducir el dolor de las rodillas, fue sobre Baruch Spinoza. Me impresionó sobremanera, porque la especialización hace que el médico conozca a profundidad más de una cosa y exhiba su impúdica ignorancia en todas las demás cosas. Aproveché para intercambiar impresiones sobre la obra de Spinoza, su visión de Dios y le mostré que estaba leyendo su tratado sobre ética. Él conocía al filósofo que ha marcado el pensamiento científico moderno e incluso la teología de su tiempo, trascendiendo la de nuestro tiempo. El doctor Reyes compartió conmigo también la vinculación de Borges y Spinoza, y me atreví, incluso, a decirle que la idea del tiempo y del espacio, recurrente en la obra de Borges, estaba emparentada con las tesis de Spinoza, cuyo pensamiento inicial, que de alguna manera provocó a sus contemporáneos, sosteniendo que los humanos éramos incapaces de conocer todas las virtudes de Dios. Estuvo de acuerdo conmigo. Nuestras charlas eran largas y casi siempre terminábamos almorzando juntos en casa para lo cual era obligado un oloroso trago de wisky escosés que Waleska le ofrecía generosamente.

Pero a Reyes le interesaba también la historia, la sociología, la política, la cosmología, la psiquiatría, los problemas de la ansiedad humana, la importancia de las emociones en el comportamiento de las personas. En un momento le mostré el telescopio, regalo de uno de mis hijos. Cuando lo vi emocionado manipulándolo se lo regalé. Yo no tengo la paciencia para la observación del espacio. También manejaba los problemas de la audiometría. Había hecho estudios de especialización en Costa Rica. Es decir que no veía el ser humano por partes, sino que preservaba la integralidad de su comportamiento, sus limitaciones, sus miedos y sus ansiedades, lo que me hizo pensar que había logrado evitar caer en la trampa de separar y confrontar la ciencia con la filosofía. Pero no solo eso, también tenía sentido de responsabilidad social: fue presidente del Patronato de Rehabilitación del Ciego de Santa Lucía. Ocurrida su muerte, mientras servía a sus semejantes, me enteré de cosas interesantes suyas: había estudiado medicina en Puebla, México, y leído mucho. Había nacido en Tegucigalpa el 7 de marzo de 1952, en el interior del matrimonio de Miguel Ángel Reyes Montoya y Amelia García Casiano. Fue casado con Eloísa Regalado, con la cual procreó a Ana Carolina, Eloísa y Carlos Reyes Regalado.

Estaba en Estados Unidos cuando concluyó su vida terrenal. Aunque vacunado, atendiendo a sus pacientes contrajo el covid-19 y su cuerpo no resistió, terminando rindiéndose ante la muerte indiferente. Por este medio, incapaz de acompañar a su familia en sus honras fúnebres, quiero honrar su memoria y su dedicación al servicio de sus enfermos. Escéptico como soy, pude ver en el doctor Reyes una fuerte vocación humana de servicio, poco apego material por el dinero y una vocación por el valor del pensamiento global, lo más cerca en un profesional ideal de la medicina. Paz a su alma.

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