Kirobo, que mide 34 centímetros de alto y 18 centímetros de ancho, formó parte de un estudio para evaluar en qué medida los robots humanoides pueden prestar apoyo emocional a personas que permanecen aisladas por largos períodos de tiempo.
Pesa alrededor de 1 kilogramo y tiene un amplio rango de movimientos. Fue programado para comunicarse en japonés y llevar un registro de las conversaciones con el astronauta Koichi Wakata, el primer comandante japonés de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Su creador, Tomotaka Takahashi, explicó: “Kirobo memorizará la cara de Wakata para poder reconocerlo cuando se encuentren en el espacio”. “Quiero que este robot sirva de mediador entre una persona y una máquina, o entre una persona e internet; inclusive entre personas”.
Kirobo tiene un robot gemelo, Mirata, que se quedó en la Tierra. En una exposición, Kirobo afirmó que “esperaba crear un futuro en el que los humanos y los robots puedan convivir y se lleven bien”.
Más de 50 años después del primer vuelo espacial tripulado y después de permanecer 18 meses en la EEI, Kirobo volvió a la Tierra a bordo de la nave de suministro de material CRS-5 Dragon de SpaceX.
Como explicó desde la EEI, fue “un pequeño paso para mí y un gran salto para los robots”. Sus primeras palabras desde la EEI también serán recordadas: “Buenos días a los habitantes de la tierra. Soy Kirobo, un astronauta robot”.