14/10/2024
05:39 PM

A repetir lecciones

Elisa M. Pineda

La cohetería era señal de festejo y de alegría. Era la gran final del fútbol hondureño y la pasión era desbordante. No importó la alerta por la contaminación del aire y la ola de calor que estábamos viviendo, lo que primó fue la celebración, que en esta tierra no se concibe sin quema de pólvora, lamentablemente.

Pero eso no fue todo. Días antes, en plena contingencia ambiental, un grupo de ciudadanos protestó frente a la Municipalidad de San Pedro Sula con la tristemente acostumbrada quema de llantas, que hace que el aire sea peligroso para la salud.

Es difícil no entristecerse ante un panorama así, que solamente demuestra que tenemos una memoria de muy corto plazo que, al combinarse con la falta de sensibilización y educación, es un ancla que no nos permite avanzar como sociedad.

Si no comprendemos que acciones como estas no solamente afectan a los otros, sino a todos, de manera directa, ¿cómo esperamos que exista el sentido de bien común en asuntos mucho más complejos?

Es como si careciéramos de memoria colectiva, situación que nos lleva a cometer los mismos errores una y otra vez, con el agravante de un contexto que, en lugar de mejorar, tiende a complejizarse.

El bien común es un concepto filosófico que puede entenderse, quizás de una forma simple pero concreta, como aquello que es bueno para los miembros de una comunidad. En ese sentido, implica hacer a un lado el “yo” y pensar en “nosotros”, como colectividad.

Esto implica que es necesario despertar conciencias sobre lo que sucede no solamente en el entorno inmediato, sino en uno más amplio, por ejemplo: en el barrio o la colonia, en la ciudad y en el país.

En asuntos de carácter ambiental, ese concepto se extiende a toda la región y muchas veces, al planeta, traspasando las fronteras territoriales.

Desde la óptica del desarrollo sostenible, implica pensar no solamente en las presentes generaciones, sino en las próximas, es decir, en nuestros hijos y en su descendencia. ¿Qué ciudad, país y planeta les estamos heredando?

Por supuesto que las celebraciones son permitidas, así como también lo es el derecho a la protesta con las limitaciones que la ley establece; sin embargo, una nueva realidad exige que también modifiquemos aquello que ya dábamos por sentado, en casi todos los aspectos de la vida.

Respirar aire contaminado es dañino para todos: para el que celebra, como para el que permanece indiferente; para el que protesta, como para el objetivo de la protesta. ¿Qué sentido tiene tomar ese tipo de acciones del momento en un contexto adverso?

Escenarios como el que hemos vivido recientemente volverán a repetirse, toda vez que no aprendamos la lección. Luego vienen las quejas, las protestas, los reclamos, siempre hacia otros que también tienen su parte de responsabilidad, por acción o por omisión, pero ¿qué hay de la colectividad?

Se avecinan tiempos complejos. Recordemos las lecciones vividas en otros escenarios, no las repitamos. La temporada ciclónica será intensa; hay que actuar desde ahora, con medidas preventivas, sin esperar a que haya una alerta. No acumulemos basura en el alcantarillado, no utilicemos basureros clandestinos, hagamos nuestra parte, pensemos en el bien común. Estamos a tiempo.

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