Por: Andrew E. Kramer/The New York Times
REGIÓN DE JÁRKOV, Ucrania — En la caja de una camioneta, media docena de soldados iban por una carretera en el este de Ucrania cuando uno de ellos gritó, “¡Dron!”. Todos abrieron fuego con sus fusiles, pero era prácticamente imposible acertar al diminuto punto que se movía irregularmente y portaba la muerte.
Los soldados parecían condenados. En un acto desesperado de defensa propia, uno de ellos, el soldado estadounidense Zachary Miller, lanzó su fusil vacío al dron y falló, relató.
Quizás nunca sepan por qué, pero en el último momento el dron se alejó, perdonándoles la vida. “¡Yes! ¡Yes! ¡Yes!”, gritaron los soldados en inglés en el video, que posteriormente fue publicado en línea por el Ejército ucraniano.
El flujo de voluntarios estadounidenses, como el soldado Miller, que prestan servicio en el Ejército ucraniano disminuyó, pero no se detuvo tras la primera ola de la invasión rusa en el 2022. Las estimaciones independientes sobre el número de estadounidenses que se han ofrecido como voluntarios desde el 2022 han variado considerablemente, desde más de mil hasta varios miles. El Ejército ucraniano no revela cifras.
Sin embargo, con el tiempo, la composición de los voluntarios estadounidenses ha cambiado, con una mayor proporción de personas sin antecedentes militares, de mayor edad o veteranos estadounidenses que buscan reiniciar carreras militares fuera de su alcance en su País por motivos de edad o lesiones.
Entrevistas con reclutas estadounidenses, trabajadores humanitarios y sus comandantes ucranianos revelan diversas motivaciones. La indignación por la agresión rusa sigue siendo una de las principales razones, mientras que algunos soldados buscan una manera de dejar atrás vidas problemáticas.
Varios dijeron que tenían la intención de permanecer en Ucrania después de haber ayudado a defender el País, esperando encontrar oportunidades que no hallan en EU.
Soldados internacionales
Independientemente de sus razones, el alistamiento en Ucrania ha transformado este conflicto de algo lejano a una experiencia impactante y decisiva para los voluntarios estadounidenses. Muchos han estado al filo de la navaja como el soldado Miller, sufrido heridas graves, visto la muerte de camaradas y estado destacamentados en trincheras y entre las ruinas de ciudades.
Para el soldado Miller, de 38 años y quien llegó en febrero, Ucrania le ofreció la oportunidad de retomar una carrera militar que, dijo, fue truncada hace más de una década por lesiones sufridas en una explosión en Irak. “Nunca quise dejarlo”, dijo. “Es lo único que siempre quise hacer”.
Ucrania no tiene tantos soldados potenciales como Rusia y ha batallado para reclutar, por lo que da la bienvenida a voluntarios extranjeros. Prestan servicio en unidades del Ejército regular o en una de las dos legiones internacionales. El salario es el mismo que el de los soldados ucranianos, unos mil dólares al mes como salario base y primas de combate que pueden sumar unos 3 mil dólares al mes.
El Gobierno estadounidense, decidido a evitar cualquier sugerencia de un enfrentamiento directo entre los Ejércitos ruso y estadounidense, ofrece poca ayuda a los combatientes voluntarios.
Algunos voluntarios estadounidenses en Ucrania dan marcha atrás después de estar en el frente. “Van a la zona de combate y dicen: ‘Señor, quiero dedicarme a la logística’”, dijo el teniente Mykola Lavrenyuk, comandante ucraniano de un pelotón de soldados internacionales.
Yurii Shyvala y Oleksandr Chubko brindaron reportes.
©The New York Times Company 2025