The New York Times
Por: Motoko Rich/The New York Times
ROMA — Horas después de que León XIV fuera elegido el primer Papa originario de Estados Unidos, los Cachorros de Chicago publicaron un mensaje en X, presumiendo: “¡Oye, Chicago, él es fan de los Cachorros!”. Horas después, los Medias Blancas, rivales de los Cachorros en el Beisbol de Grandes Ligas en la ciudad natal del Pontífice, recuperaron el derecho a presumir.
El episodio fue uno de los primeros de muchos momentos de “¡Es uno de nosotros!” en el Papado de León. Quien fuera Robert Francis Prevost confirmó su lealtad a los Medias Blancas. Pero en los temas más destacados que dividen a la Iglesia, León se ha mantenido neutral, llevando a sus seguidores a proyectar sus esperanzas en él.
“Tiene ese aroma a Papa nuevo, y todos quieren reclutarlo para su bando”, dijo William Cavanaugh, teólogo político en la Universidad DePaul, en Chicago.
León XIV dijo a Elise Ann Allen, corresponsal de Crux, un servicio de noticias católico, que “en este momento” no “tenía la intención de cambiar la enseñanza de la Iglesia” sobre la ordenación de mujeres y que encontraba “altamente improbable, definitivamente en el futuro cercano, que la doctrina de la Iglesia en términos de lo que la Iglesia enseña sobre la sexualidad” cambiara.
Sin embargo, ha dejado la puerta abierta a mayor debate, señal de que este Papa no está interesado en ser encasillado ideológicamente. “No pienso involucrarme en política partidista”, declaró en una entrevista para una nueva biografía.
Sin ofensas
El legado del predecesor de León, el Papa Francisco —adorado por los progresistas católicos, pero frustrante para los conservadores— se ha dejado sentir.
Juan Pablo II y Benedicto XVI llegaron al Papado como reconocidos conservadores, mientras que Francisco fue rápidamente aclamado como progresista cuando, a menos de cinco meses de iniciado su Papado, dijo, “¿Quién soy yo para juzgar?”, cuando se le preguntó sobre los sacerdotes homosexuales.
Casi cinco meses después de iniciado su Papado, León no ha tomado ninguna decisión significativa.
Los conservadores han proclamado a León como tradicionalista porque lució una muceta roja (o capa) y una estola bordada en oro durante su primera aparición en el balcón —una elección de indumentaria que lo diferenció de Francisco, quien prefería una sastrería más sencilla.
León también declaró que los gobiernos deberían invertir en familias “fundadas en la unión estable entre un hombre y una mujer” y accedió a permitir que el Cardenal Raymond Burke, principal antagonista estadounidense de Francisco, celebrara la misa tradicional en latín en San Pedro. Francisco restringió el uso del antiguo rito en la celebración de la misa, enfureciendo a los tradicionalistas.
Los católicos liberales afirman que León es progresista porque ha hablado de la importancia de ayudar a los pobres y ha exhortado al mundo a proteger la Tierra de ser “devastada” por el cambio climático. Los católicos LGBTQ han aprovechado una reunión que el Papa mantuvo con el reverendo James Martin, defensor estadounidense de la inclusión, como prueba de la apertura de León.
“Es algo notable el hecho de que no parece haber enojado a nadie todavía”, afirmó Miles Pattenden, historiador en la Universidad de Oxford.
Los observadores del Vaticano afirman que, por ser estadounidense, León está consciente de los peligros del partidismo. “Él entiende que no es saludable para la Iglesia tener un Papa claramente apropiado por un bando”, dijo Massimo Faggioli, profesor de teología en el Trinity College de Dublín.
Algunos dicen que el Papa ha logrado un equilibrio gracias a su temperamento. “Escucha más de lo que habla”, afirmó Anna Rowlands, teóloga política en la Universidad de Durham, Inglaterra.
Philip Jenkins, estudiante de cristianismo en la Universidad de Baylor, Texas, afirmó que el Papa podría necesitar adoptar una postura más firme en algún momento. “No decidir es decidir”, afirmó.
Josephine de La Bruyère y Elisabetta Povoledo contribuyeron con reportes.
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