Migrantes varados en México luchan por volver a sus países

Las políticas migratorias de Trump dejan a miles de migrantes atrapados en México buscando ayuda para regresar a sus lugares de origen.

  • 07 de mayo de 2025 a las 15:00 -
The New York Times

Por: Paulina Villegas/The New York Times

TAPACHULA, México — Una multitud de personas, bajo un sol abrasador, se arremolinó frente a un funcionario migratorio, cada una rogando por abordar un vuelo. No intentaban llegar a Estados Unidos, como muchos alguna vez habían anhelado. Intentaban regresar a Venezuela —o simplemente escapar de esta ciudad.

Hay al menos 3 mil venezolanos varados en Tapachula, una ciudad cerca de la punta sur de México que alguna vez fue puerta de entrada para migrantes provenientes de Guatemala.

No hace mucho, miles de personas caminaban penosamente por sus calles, al saturar albergues y dormir en parques y plazas. Pero la ciudad se ha vuelto silenciosa. Los albergues están vacíos y los parques están desiertos.

Ahora, uno por uno, la gente aborda autobuses, se vuelve sobre sus pasos o cruza el Río Suchiate en balsa —de regreso a Guatemala y sus países de origen. Forman parte de una creciente ola de migración inversa: personas que, ante las políticas de línea dura del Presidente Donald J. Trump, han decidido regresar a los países de los que huyeron —lugares marcados por la violencia, la pobreza y el cambio climático.

Los miles que permanecen carecen de la documentación o los recursos para hacer nada más que esperar.

“Estamos atrapados aquí”, dijo Patricia Marval, de 23 años, una venezolana con ocho meses de embarazo que lucha por cuidar a sus tres hijos en una choza.

A diario, su pareja intenta ganar unos pesos en una carpintería —lo suficiente para arroz y tortillas, pero nunca para pañales para su hija de 1 año, Siena. La desesperación es tan abrumadora que Marval ha considerado pedirle a un vecino que se quede con uno de los niños para que pueda comer al menos tres veces al día.

Desesperados

Hay entre 8 mil y 10 mil migrantes en situaciones similares repartidos por el Estado de Chiapas, apunta Eduardo Castillejos, un funcionario del Gobierno estatal. La mayoría proviene de Venezuela, Cuba y Haití, y tenía la intención de llegar a Estados Unidos.

Los venezolanos son los más desesperados por salir —y quienes enfrentan los mayores obstáculos, dijo. Sin recursos ni documentos de viaje, “estas personas simplemente se han quedado sin alternativas”, afirmó Castillejos. Añadió que se necesitan recursos para integrar a los migrantes. “México ya no es sólo un País de tránsito —nos estamos convirtiendo en un destino”, comentó. “Necesitamos adaptarnos a esa realidad”.

México ha intensificado esfuerzos para frenar el flujo de migrantes. A los que están en Tapachula no se les permite salir sin un permiso especial que se otorga tras solicitar asilo, un proceso que puede tardar meses.

Los que están dispuestos a salir del País también enfrentan obstáculos, ya que muchos carecen de pasaportes válidos, permisos de tránsito o documentos de identificación. Los que no tienen recursos para viajar deben esperar a ser seleccionados para un vuelo humanitario —y a que Venezuela apruebe su regreso. Hay miles en lista de espera para un vuelo.

Keila Mendoza, de 34 años, huyó de Venezuela hace ocho años con destino a Colombia y con la esperanza de finalmente llegar a EU. En el camino, conoció a su pareja y dio a luz a sus hijos, ahora de 3 y 7 años. Llegaron a Tapachula hace seis meses. Delincuentes secuestraron a Mendoza, exigiéndole el poco dinero que tenía la familia, recordó ella. Luego, su pareja los abandonó.

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Ahora, Mendoza realiza labores modestas en una tienda de conveniencia, tratando de pagar la comida y la renta —aunque a menudo no alcanza para ninguno de los dos. Los únicos documentos que tiene son los documentos de identidad de sus hijos, que acreditan su ciudadanía colombiana. Por más desesperada que esté, la idea de regresar al país del que huyó hace años la llena de pavor. “Quiero volver a casa, pero no me espera nada”, dijo.

Marielis Luque salió de Venezuela hace ocho meses con sus dos hijas y recorrió siete países antes de llegar a México. Fue secuestrada en Tapachula y obligada a pagar 100 dólares por su liberación, una suma casi inalcanzable en la Ciudad, señaló.

“Me arrepiento de haber venido aquí y haber hecho pasar a mis dos hijas por todo esto”, dijo Luque. “Pero quedarme en Venezuela también me habría convertido en mala madre”.

©The New York Times Company 2025

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Staff NYTimes
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