Por: River Akira Davis/The New York Times
TOKIO — Al tiempo que Washington y Beijing libran una guerra comercial que se intensifica, Japón está entre la espada y la pared.
Japón le vende autos a EU, y chips de computadora y equipo para elaborar chips a China. Durante las últimas dos décadas, EU y China se han alternado como principal destino para las exportaciones japonesas. Ningún otro país se les acerca.
Ahora, al tiempo que el Presidente Donald J. Trump intenta movilizar a los socios comerciales de EU en contra de China, y que Beijing amenaza a los países que harían caso a ese llamado, Japón enfrenta un dilema. Desairar a cualquiera de los dos amenazaría su economía.
Trump mantiene la amenaza de “aranceles recíprocos” que impuso a docenas de países y luego suspendió hasta inicios de julio. En el caso de Japón, ese arancel es de 24 por ciento, el cual funcionarios de Gobierno han dicho que causaría una crisis.
Esta no es una situación del todo desconocida para Japón, que ha quedado en medio de los dos gigantes al tiempo que las tensiones comerciales entre ambos han hervido a fuego lento durante la última década.
Japón puede ofrecerle a la Administración Trump varias medidas conciliatorias, como comprar más arroz de EU y permitir que autos que aprueban normas estadounidenses circulen en carreteras japonesas, dijo Masahiko Hosokawa, un ex funcionario de alto nivel en el Ministerio de Comercio de Japón.
“Desvincularse de China no es una posibilidad”, apuntó.
En Japón, al igual que en EU, los consumidores compran grandes cantidades de bienes chinos y los negocios dependen en gran medida de cadenas de suministro chinas, señaló Hosokawa. Eso significa que Japón puede ofrecerle poco a EU en el corto plazo que sirva para aislar a China, dijo.
Funcionarios de la Administración Trump, entre ellos Scott Bessent, el Secretario del Tesoro, han indicado recientemente que buscan llegar a acuerdos con socios comerciales que se alineen con políticas de EU diseñadas para contrarrestar a China.
Funcionarios en China se han dado cuenta de las maniobras de la Administración Trump. Beijing advirtió hace poco a otros países que no frenen su comercio con China para ganar una prórroga a los aranceles de EU, al prometer que tomaría represalias contra países que lo hagan.
El que Japón pueda mantener o no relaciones comerciales con EU y China al tiempo que se aumentan mutuamente aranceles muy por encima del 100 por ciento conlleva implicaciones para su economía, la cuarta más grande del mundo.
Las firmas japonesas enfrentan creciente apremio para expandirse en el extranjero, impulsadas por la contracción poblacional del País. Eso hace que buscar alternativas a China sea difícil. Por otro lado, economistas advierten que el arancel de 24 por ciento con el que amenazó EU tendría consecuencias devastadoras para el crecimiento económico y las industrias nacionales de Japón.
Japón empezó a buscar protección de su dependencia de China en el 2010, luego de que Beijing impuso un embargo a las exportaciones de cruciales metales de tierras raras contra Japón para buscar concesiones en una disputa territorial. En respuesta, Japón hizo que diversificar sus cadenas de suministro para materiales fuera un pilar central de sus objetivos.
Tsuyoshi Kawase, un ex funcionario del Ministerio de Economía, dijo que Japón ha intentado adoptar un enfoque a largo plazo con China para evitar conflictos. La economía nipona está profundamente integrada tanto a EU como a China y “no tenemos la opción de poner todos los huevos en una sola canasta”, dijo Kawase.
Kiuko Notoya y Hisako Ueno contribuyeron con reportes.
©The New York Times Company 2025