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Vídeo: Monos que roban en un pueblo de Tailandia

  • 30 agosto 2013 /

En un pueblo de la costa este de Tailandia, los saqueos son cotidianos por los monos. Vecinos buscan estrategias de defensa para evitarlo.

Thaïlande / Thaïlande. En un pueblo de la costa este de Tailandia, los saqueos son cotidianos y a pesar de las estrategias de defensa desplegadas, los habitantes siguen a la merced de voraces bandas de macacos expulsados por la deforestación.

'Se meten en casa cuando ven que estoy durmiendo. Van a la cocina y se llevan el aceite, el azúcar y hasta los remedios que escondo en el armario', relata Chaluay Khamkajit, en lucha desde hace años contra estos monos en el pueblo Khlong Charoen Wai, a menos de 100 kilómetros de Bangkok.

'Se llevaron mi comida. Puedo comprar más, pero los remedios son muy importantes para mí', agrega.

Con la puerta de la heladera y las ventanas trancadas, perros en el jardín y una honda a mano, la septuagenaria y su marido viven atrincherados contra los simios, pero al igual que otros 150 hogares del pueblo, siguen sufriendo a estos macacos de cola larga.

Hace una década que los monos atacan. La causa parece ser la desaparición del ecosistema del manglar, típico de las zonas tropicales, para favorecer los criaderos de langostinos gracias a los cuales subsisten los lugareños, obligando a los primates a buscarse otro coto de caza.

'Antes hallaban comida fácilmente. Pero como ahora hay menos selva, salen a buscar alimentos a las casas', explica el jefe del pueblo, Chatree Kaencharoen, lamentando que algunos habitantes los atraigan dándoles alimentos.

Cientos de monos a la hora de la comida
'A veces, cientos de monos llegan al mismo tiempo, sobre todo al amanecer y al crepúsculo, cuando hace menos calor, saben que es la hora de la comida', cuenta Kaencharoen.

Para el organismo de defensa del medio ambiente WWF, es el ser humano quien ha invadido el hábitat del macaco y no al revés.

'La gente se acercó a la naturaleza, es por eso que hay más probabilidades de interacción entre humanos y animales', destaca Petch Manopawitr, responsable de la ONG en Tailandia.

'Los macacos pueden adaptar su comportamiento bastante fácilmente, al igual que los seres humanos. Y como saben que pueden hallar alimentos en el pueblo, se vienen para acá', agrega.

El calvario de los habitantes de Khlong Charoen Wai está lejos de ser un caso aislado en un país donde la jungla y los manglares son devorados poco a poco por la agricultura y la urbanización.

Los tigres y los elefantes salvajes desplazados provocan su buena cantidad de víctimas. Los jabalíes 'se comen los cultivos de los lugareños', destaca Petch. Pero al menos 'los lugareños pueden matar a los jabalíes y comérselos'.

La situación corre el riesgo de agravarse. Según un informe reciente del WWF, la necesidad de tierras de cultivo amenaza con destruir un tercio de los bosques de la región del gran Mekong (Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam, Birmania) en los próximos 20 años si los gobiernos no adoptan medidas rápidamente.

Entre 1973 y 2009, Tailandia perdió un 43% de sus bosques.

En Khlong Charoen Wai, el manglar retrocede. Los macacos pasan parte del día en las pasarelas de bambú que lo atraviesan, en la inmediaciones del pueblo. Las madres llevan a sus pequeños en el pecho, mientras otros macacos se entretienen saltando de rama en rama.

Son desconfiados y tienen tendencia a huir no bien alguien se acerca. Pero apenas los seres humanos les dan la espalda, los monos trepan a los tejados en busca de la menor apertura, dejando de su presencia algún rastro de lodo.

Los habitantes se ven obligados a rodear sus casas de redes y cerrar las ventanas a pesar del sofocante calor tropical, protegiéndose mal o bien de estos ingeniosos indeseables.

'Empujaron un televisor de 21 pulgadas, que cayó al suelo y se rompió. Robaron incluso una olla de arroz, la abrieron y se comieron el arroz', deplora Chatree.

Las autoridades locales capturaron algunos ejemplares para esterilizarlos. Pero la escala del operativo es demasiado pequeña como para tener un impacto sobre los ataques, explicó el adjunto al jefe del pueblo, Tawin Songcharoen. 'Nada los detiene', concluye, desesperado. AFP