Se trata de Danny Bowman (19). Su obsesión le hizo perder casi 13 kilos de peso (28 libras), y cuando no pudo hacerse la fotografía perfecta, intentó suicidarse con una sobredósis de pastillas. Actualmente los médicos le han diagnosticado trastorno dismórfico corporal (TDC).
La historia de Bowman es un ejemplo de como los selfies pueden complicarle la vida si se convierten en obsesión y llegar a querer tener un aspecto perfecto.
Historia
La obsesión por tomarse fotos comenzó en este chico británico cuando tenía 15 años. Eso le llevó a dejar el colegio y a perder peso. También estuvo seis meses sin salir de casa y cuando no pudo hacerse la fotografía perfecta, intentó suicidarse. Afortunadamente en ese momento, su madre, Penny, tuvo que pedir ayuda.
A sus 19 años, Danny cree que es el primer adicto a los selfies. Ahora acude a terapia para superar su obsesión por las tecnologías y controlar el trastorno dismórfico corporal (TDC) que le provoca una ansiedad excesiva por la apariencia personal.
“Estaba constantemente en busca del selfie perfecto y cuando me di cuenta que no podía me quise morir”, “Perdí a mis amigos, mi salud y casi mi vida”. indicó Danny.
Hace siete meses que Danny no se hace una foto y ha comprendido que un aspecto físico perfecto es imposible. Mira el video.