Los grupos armados vinculados al narcotráfico en el noreste de México han convertido en los últimos meses a la localidad de San Fernando, estado de Tamaulipas, en un cementerio clandestino, como lo demuestra el hallazgo esta semana de 72 cadáveres.
Los cuerpos estaban en una decena de fosas descubiertas en zonas rurales, en el marco de una operación que se inició el 2 de marzo, cuando se denunció el secuestro de decenas de pasajeros de dos autobuses a su paso por San Fernando.
Ubicado en un cruce de caminos que conducen hacia las ciudades de Reynosa y Matamoros, fronterizas con Estados Unidos, este poblado de 58,000 habitantes es un punto de tránsito para miles de migrantes que buscan llegar a Texas y para los narcotraficantes que buscan introducir cargamentos de cocaína.
En un rancho próximo a una zona urbana de San Fernando se hallaron el año pasado los cuerpos baleados de 72 migrantes oriundos de El Salvador, Guatemala, Honduras, Ecuador y Brasil, que fueron secuestrados por el grupo narcotraficante Zetas, según relató un sobreviviente.
“Es un municipio bastante extenso con un territorio de unos 6.000 km2, lo que hace difícil su control”, señaló telefónicamente Morelos Jaime Canseco, secretario de Gobierno del estado de Tamaulipas.
Canseco cree que esta vez no hay extranjeros entre las víctimas halladas. “Por ahora creemos que son todos mexicanos”, dijo.
Investigaciones
Las fosas comunes halladas en la última semana podrían corresponder a personas que han sido secuestradas en las carreteras de Tamaulipas en los últimos meses.
Tras la denuncia del 2 de marzo, periódicos y radioemisoras de varias ciudades divulgaron muchos testimonios de personas que tienen familiares desaparecidos y que creen podrían estar entre las víctimas halladas en Tamaulipas.
“Esa es una nueva modalidad que ha ido creciendo en la última época, el secuestro de pasajeros por grupos armados”, señaló Canseco.
“Manejamos tres hipótesis” sobre los propósitos de estos plagios, según el funcionario. “Podría ser para pedir un rescate, para presionar a algunos de ellos a engrosar las filas de estas organizaciones o para obligarlos a pagar un peaje por el acceso a las rutas clandestinas que llevan a EUA”, explicó.
Con una costa cenagosa de 75 km sobre el Golfo de México y el acceso a dos rápidas carreteras que permiten llegar en dos horas hacia Estados Unidos, el territorio de San Fernando ha sido punto de paso para cargamentos de cocaína.
Según un expediente de la Procuraduría (Fiscalía) mexicana, el cartel del Golfo, encabezado por el capo Osiel Cárdenas, controló por años el tráfico de la cocaína en la zona apoyado en los Zetas, creado por militares desertores reclutados por el narcotráfico.
Pero desde la extradición de Cárdenas a Estados Unidos y su condena el año pasado a 25 años de cárcel, el cartel del Golfo enfrenta la insurgencia de los Zetas que desafían a sus antiguos jefes.
