Rosario Murillo, la esposa del presidente Daniel Ortega, no solo es la mujer más influyente de Nicaragua, sino también la persona con más poder que ha aspirado a la Vicepresidencia en este país centroamericano.
Desde que en 2007 retomó su posición como primera dama de Nicaragua, Murillo, hoy de 65 años, acumuló un poder excepcional, que no solo le permitió ser la única portavoz del Gobierno de su esposo sino también dar órdenes y reprender en público a cualquiera de sus ministros.
Hay quienes creen “la Chayo”, como le llaman en Nicaragua, tiene más poder que Ortega, pues es quien informa sobre todos los temas del Gobierno, lee los discursos oficiales, expresa posiciones del país y brinda orientaciones públicamente a los funcionarios cuando hay emergencias nacionales. Incluso los medios oficialistas y sus entrevistados ya no agradecen “al presidente Daniel Ortega y a Dios” por las dádivas recibidas, sino “a la compañera Rosario Murillo y al comandante presidente”.
Como de televisión. Sus adversarios políticos comparan a Murillo con Clarie Underwood, quien siendo primera dama aspira a ser la vicepresidenta de su esposo, Frank Underwood, en la serie House of cards. Su candidatura a la Vicepresidencia de Nicaragua no fue bien vista por una parte de los sandinistas, pues consideran que no hizo justicia a los “combatientes históricos”. Sus críticos reprobaron la decisión bajo el argumento de que en el mejor de los casos da mala imagen al Gobierno, y en el peor se trata de una “dinastía familiar”.
En los últimos 10 años, en su etapa como primera dama, adquirió una nueva fama por su estilo de vestir y decisiones particulares sobre la vida pública. Algunos de sus críticos consideran que Murillo, seis años menor que Ortega, llena las ciudades y propaganda del FSLN con su color preferido, el fucsia, a la espera de ser la presidenta de Nicaragua una vez que su esposo muera.