El presidente Barack Obama, en busca de recuperar el control en medio de las controversias que golpean a la Casa Blanca, nombró ayer un jefe interino para el servicio de impuestos, sacudido por un escándalo, y presionó al Congreso a aprobar nuevos gastos en medidas de seguridad.
Sus esfuerzos no consiguieron satisfacer a los republicanos, que ven las controversias como una oportunidad de descarrilar la agenda de Obama para su segundo periodo.
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, sugirió que la Casa Blanca había violado la confianza de la opinión pública y prometió que nada le impedirá hacer que el Gobierno rinda cuentas. La focalización de los grupos políticos conservadores por parte del Servicio de Rentas Internas (IRS) y nuevas preguntas sobre el atentado contra la sede diplomática de Estados Unidos en Bengasi, Libia, el año pasado —junto con el acopio de registros telefónicos de periodistas por parte del Departamento de Justicia— han consumido la energía de la Casa Blanca durante casi una semana. De las controversias, los asesores del Presidente ven el asunto del IRS como el más propenso a permanecer en el ambiente.
El mandatario dijo que no se va a disculpar por intentar proteger información clasificada, pero señaló que el caso de la agencia AP muestra la importancia de un balance apropiado entre salvaguardar la información clasificada y asegurar la libertad de prensa.
Dijo que era un buen momento para volver a considerar una ley que proteja a los periodistas de tener que revelar informaciones, incluyendo la identidad de fuentes a las que les han prometido confidencialidad. AFP