Un total de 241 migrantes guatemaltecos regresaron este martes a Ciudad de Guatemala, deportados de Estados Unidos en dos vuelos, con señalamientos y quejas de maltrato en los albergues estadounidenses donde había escasez de alimentos, nula atención y poca agua.
Un pasillo estrecho a un costado de una construcción custodiado por un guardia fue la última barrera entre el grupo de viajeros retornados al país antes de salir de la Fuerza Aérea Guatemalteca y reencontrarse finalmente con sus familiares o esquivar periodistas y negociar con cambistas de dólares y pesos mexicanos.
Algunos de los migrantes deportados aún debían viajar en autobuses de la Cancillería unos 236 kilómetros más para llegar a Huehuetenango, de donde son la mayoría de personas que salieron de la oxidada puerta de metal que separaba el sueño americano truncado de la dura realidad guatemalteca.
Una aspiración de cambiar la vida por otra y mejorar la economía familiar que se vio nublada por detenciones que sucedieron camino al trabajo en ciudades norteamericanas, al llegar a la frontera o en los centros de detención, que han llegado a ser comparados con los campos de concentración.
Un capitalino de 50 años de edad que vivía en el municipio metropolitano de Villa Nueva hacía 14 años, antes del viaje que emprendió para optar a una mejor vida en Boston -donde se dedicó a la construcción-, aseguró a Efe que apenas le dieron comida en el albergue y que fue maltratado por las autoridades estadounidenses.
'Nos daban un burrito pequeño con fríjoles en cada tiempo de comida, primero a las 7 de la mañana, luego a mediodía y, finalmente, a las 11 de la noche. Luego nos decían que si queríamos agua teníamos que tomarla del chorro del lavabo que estaba en la jaula', narró antes de abordar un taxi junto a su esposa que lo había llegado a recoger.
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En Boston estuvo detenido unas semanas antes de ser trasladado a Miami, donde permaneció dos meses. Tuvo que dormir en el suelo, pasar frío, fiebres y ver cómo cada vez el albergue se llenó más, sin 'ningún tipo de control'.
Una mujer que cargaba a un bebé de un año llamado Osaías esperaba ansiosa la salida de Kevin, su esposo, mientras intentaba sin éxito que su hijo comiera arroz blanco con salsa de tomate. Después de un par de horas de angustia, lo vio al salir del pasillo, la última frontera con su hogar.
'No tengo muchas palabras', mencionó Kevin con la garganta cerrada mientras sonreía con Osaías en los brazos. 'Vengo un poco emocionado y cansado', alcanzo a decir.
La mamá de otro hombre que estuvo 13 años en Texas lloraba mientras se colgaba de su brazo. 'Es terrible la situación en los centros de detención, nos tienen como perros', afirmó.
Un comentario similar dijo otro joven mientras salía del tumulto hacia los autobuses que viajaban a Huehuetenango: 'Estar detenido allí (en Luisiana) es lo peor que he vivido y si pudiera decirle a la gente que no vaya, es lo mejor que podría hacer ahora y no, no quiero regresar'.
Otra señora no ocultaba su sonrisa durante la larga última espera para ver a su hijo, al que hacía 14 años que no veía. Hace unas semanas había podido abrazar a otro de sus vástagos a quien deportaron primero, pese a que a ambos los atraparon juntos mientras se dirigían al trabajo en Miami.
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Albañiles originarios de Malacatancito, Huehuetenango (occidente), consiguieron estar casi tres lustros en Estados Unidos hasta que en mayo fueron aprehendidos y trasladados a centros de detención.
Su madre, arreglada y esperanzada de ver a su 'varón', dijo sentirse 'triste porque lo regresaron', pero 'al mismo tiempo feliz de volver a verlo'.
Tampoco podía ocultar su alegría Selvin Gómez, originario del departamento oriental de Chiquimula, quien acompañaba a su abuelo, Alberto Tabla, para recoger a uno de sus primos (Daniel Ramírez, de 18 años) que fue deportado este martes.
'Tengo mucho tiempo de no verlo, aunque se acaba de ir para los Estados (Unidos), pero como he estado trabajando en una finca de café, pues no había estado en la capital que es donde vive toda la familia', explicó a Efe mientras esperaba sentado a un lado de un grupo de cambistas de divisas ansiosas de que llegaran sus clientes deportados.
Con los dos vuelos procedentes de Estados Unidos este martes, uno de 135 personas y otro de 106, suman ya 31,424 retornados en lo que va de 2019, con lo que se ha rebasado el total de 30,138 guatemaltecos deportados en 2018, los 16,273 de 2017 y los 18,675 de 2016.