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Marco Rubio, la estrella republicana que se apagó

  • 15 marzo 2016 /

'El salvador del partido republicano' renunció a su precandidatura a la Casa Blanca.

Washington, Estados Unidos.

'Algunas personas sugieren que me aparte y espere mi turno, pero no puedo', afirmó el senador de Florida de origen cubano Marco Rubio al anunciar su candidatura a la Casa Blanca en abril de 2015, seguro de encarnar la generación de relevo del Partido Republicano.

Su anuncio, hecho simbólicamente en un edificio en Miami que sirvió en décadas pasadas para recibir a los exiliados de Cuba, ocurrió en momentos en que el hombre a derrotar entre los republicanos era Jeb Bush, exgobernador de Florida, antes de que apareciera en escena Donald Trump y echara por tierra todos los pronósticos.

Casi un año más tarde, Rubio se retiró de la carrera hacia las presidenciales de noviembre luego de haber sido rechazado por los electores de su propio estado, a los que debe su meteórico ascenso político, pero que prefirieron al grandilocuente magnate, ganador de las primarias republicanas este martes.

Rubio, que con 44 años era el aspirante más joven a la Casa Blanca, era la antítesis de Trump: hijo de inmigrantes cubanos pobres, se mostraba como el producto del Sueño Americano que traería 'un nuevo siglo estadounidense', utilizando un discurso conservador pero optimista.

Rubio no solo se perfiló como gran orador telegénico. Mientras preparaba su candidatura durante 2013 y 2014, el senador se esforzó en ganar estatura política a través de discursos sobre defensa, política exterior o el estado de bienestar. Según Rubio, se encaminaba a renovar el pensamiento político republicano.

Foto: La Prensa

Rubio era el favorito del aparato del partido republicano para convertirse en el nominado presidencial de ese partido.


Historia cubana

Durante su campaña, Rubio apeló una y otra vez a la historia de sus padres en Miami, un barman de hotel y una mujer de limpieza que a través del trabajo duro alcanzaron el Sueño Americano: una casa donde vivir y un mejor futuro para sus hijos.

'Soy hijo de inmigrantes, exiliados de un país lleno de problemas. Ellos me dieron todo lo que pudieron. Yo soy la prueba de que sus vidas importaron, su existencia tuvo un propósito', escribió Rubio en sus memorias 'An American Son', de 2012.

A su llegada a Washington, impulsado por la ola del movimiento Tea Party, los conservadores creyeron haber encontrado a su salvador.

Los medios conservadores cortejaron a este senador que podía hablar español, iba a misa y escuchaba música rap, pero sin comprometer los 'valores!' conservadores como el rechazo al aborto y al matrimonio homosexual, o la oposición a ultranza al régimen castrista en la Habana.

Ocaso de una promesa

Rubio era perfecto para reparar las relaciones del Partido Republicano con el cada vez más importante electorado hispano. Pero el haber promovido en 2013 una reforma migratoria con una vía para regularizar a los 11 millones de indocumentados en el país, que terminó por fracasar en el Congreso, le valió la enemistad de una parte de sus antiguos seguidores. Luego renegó de esa reforma y los hispanos lo vieron con recelo.

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La campaña presidencial podría haber sido su redención. Subió en las encuestas y alcanzó un digno tercer lugar en las primarias en Iowa.

Pero ante los reiterados triunfos del magnate en las primarias, Rubio lanzó un último intento desesperado en febrero y atacó desde el tamaño de las manos hasta el color del bronceado de Trump, una estrategia que en definitiva le resultó contraproducente y abandonó rápidamente.

Rubio siguió apagándose, pero se negó a retirar su candidatura, a la espera de una victoria en Florida que le diera oxígeno. No ocurrió.