08/12/2025
12:01 AM

Lula no se entrega a la Justicia en el plazo previsto

El exmandatario sigie acuartelado en la sede del Sindicato de Metalúrgicos

Sao Paulo, Brasil

El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva no se entregó a la Policía en el plazo dado por el juez federal Sergio Moro y permanece atrincherado en la sede de un sindicato en Sao Paulo.

Lula, acuartelado desde la tarde del jueves en la sede del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, su cuna política, permaneció en la edificación sin dar pistas sobre si se entregará más tarde o si esperará que la Policía lo busque.

Voceros de la Policía Federal dijeron que proseguirán las negociaciones con la defensa de Lula antes de intentar alguna operación de captura.

Políticos cautelosos

Paradójicamente, la intempestiva orden de arresto contra el expresidente brasileño fue recibida con gran cautela por los dirigentes de partidos conservadores, férreos opositores del líder sindicalista, en su mayoría también investigados por corrupción.

El silencio y la moderación reverberaron fuerte, especialmente considerando que la detención de Lula, histórico líder del Partido de los Trabajadores (PT), para cumplir una condena de más de 12 años de cárcel por corrupción y lavado de dinero, eliminaría al favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre.

Foto: La Prensa

El presidente Michel Temer guardó silencio. El mandatario conservador se convirtió el año pasado en el primer presidente de la historia de Brasil en ser denunciado por delitos comunes durante su gestión.

Ambas acusaciones fueron frenadas por la Cámara de Diputados, pero lo esperan una vez que termine su mandato.

Es que el vasto escándalo de corrupción conocido como la Operación Lava Jato no solo tiene al borde de la cárcel a Lula, sino también en la mira a Temer y a los principales dirigentes de su partido, el MDB.

El arresto de una figura de gran popularidad como Lula -condenado por aceptar un apartamento de una constructora involucrada en los sobornos de Petrobras- se da en el marco de un creciente clima de violencia, que tuvo uno de sus puntos más álgidos cuando una caravana proselitista que realizaba el mes pasado por el sur del país fue alcanzada por disparos.

Y nadie quiere alimentar ese ambiente.