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Los pecados del último capo muerto en Colombia

  • 29 septiembre 2015 /

Santería, sexo y traición descubren la vida de Martín Farfán Díaz González.

Bogotá, Colombia.

Se llamaba Martín Farfán Díaz González, era conocido como Pijarbey, era el capo que tenía atemorizado los llanos orientales colombianos y murió el domingo en un enfrentamiento con el Ejército.

Además de negociar grandes cantidades de droga con otros narcotraficantes de México, Puerto Rico y España, quienes ingresaban a Colombia por la frontera venezolana, lo que más llama la atención hacia 'el capo de los llanos' es que era adicto a la santería y a la pornografía.

Según las autoridades colombianas, Díaz González consultaba dos pitonizas que le hacían 'trabajos' de santería para proteger su trabajo.

El capo siempre portaba un talismán o 'rezo del gato negro' por sugerencia de una de las santeras y se tatuó al animal de manera artesanal en el brazo izquierdo.

También usaba joyas en oro y obligaba a sus hombres de seguridad a usar accesorio del preciado metal. El mismo compraba los relojes que tenìan un costo de 25 mil hasta los 50 mil dólares.

Pero además era adicto al sexo y la pornografía y tenía una red de explotación de menores en el oriental departamento del Vichada.

En un teléfono y una agenda decomisados a Pijarbey se encontró una larga lista con nombres de modelos y mujeres prepago que llegaban a diario a complacer al capo. Algunas de las vinculadas tienen entre 15 y 20 años de edad.

Era tanta la influencia de Dìaz que a una de las menores afectadas la conquistó tras someter a sus padres, a quienes compensaba con tierras, ganado y vehículos.

Martín Farfán Díaz González tampoco era de confianza y ordenò traicionar a sus ‘amigos’ narcotraficantes del ‘Clan Úsuga’ tras la llegada a su territorio de alias la ‘Mona’, lo que considerò como una usurpación a su negoció ilegal.