Enterrada parcialmente, sólo el campanario de la iglesia y el techo de algunas casas sobresalen para recordar que bajo ese estanque de lodo yace La Pintada, una pintoresca comunidad cafetera del sur de México barrida por un gran alud
que dejó decenas de desaparecidos.
Todo es silencio en esta área montañosa del estado Guerrero, el más afectado por las fuertes lluvias que han azotado el país y se cobraron la vida de al menos 97 personas. Sólo el discreto ruido de un centenar de militares que tratan de remover manualmente los escombros rompen el sigilo de esta comunidad fantasma.
'Nos vamos del pueblo, el olor va contaminando todo', expresó a la AFP Víctor González un agricultor de 33 años que contemplaba la desoladora imagen de su comunidad tras el gran deslave del lunes en la tarde y que dejó al menos 68 personas desaparecidas, según el gobierno.
Pocos son los que pueden contar en primera persona lo que pasó y menos todavía los que aún permanecen en La Pintada, pero la cincuentena de niños, adultos y ancianos que sortean el olor fétido y tratan de rescatar sus pocas pertenencias y animales recuerdan bien lo que pasó.
'La gente estaba en la iglesia porque estaba abierta pidiéndole a Dios que parara la lluvia', rememora Roberto Catalán, un agricultor de 56 años, quien relata como, de repente, la tierra 'borbolleó, hervía' y arrasó el pueblo.
José Minos Romero, de 12 años, explica que jugaba al fútbol con otros diez amigos cuando se escuchó un estallido y 'todo cayó en unos segundos'. 'Me salvé porque mi mamá me habló', reconoce el pequeño acongojado de ser el único de sus amigos que logró escapar del deslave.
El gobierno asegura que, por el momento, no ha rescatado ningún cadáver. Sin embargo, mientras lugareños hablan de hasta unos ochenta muertos, el alcalde del municipio al que pertenece esta aislada comunidad de 400 habitantes ha afirmado que habría al menos 15 muertos.
Desde el aire, se puede apreciar como la parte central de La Pintada quedó totalmente sepultada por un corte de unos 20 metros de montaña, que cedió ante las fuertes lluvias y llegó a cubrir los márgenes del río que rodea al pueblo.
Llegar a la comunidad: una odisea
Pese a que el deslave se produjo el lunes, los equipos de rescate apenas empezaron este jueves sus labores en el terreno -apoyados por perros de búsqueda- dado que el agreste camino por el que se llega al pueblo quedó lleno de basura, árboles y piedras.
Llegar por tierra a La Pintada es una verdadera odisea. Un equipo de la AFP salió de madrugada desde el balneario de Acapulco junto con un convoy de militares y, tras un primer recorrido de dos horas en camioneta hasta el pueblo más cercano, tuvo que caminar por más de siete horas por los sinuosos, taponados y empinados caminos sin paso para vehículos hasta llegar a la zona del desastre.
Agotados por la travesía, los militares eran recibidos con tanta sorpresa como tímida alegría por los lugareños que sólo habían visto hasta el momento como algunos helicópteros sobrevolaban la zona llevándose algunas víctimas heridas.
De hecho, el rescate se frenó por el peligro que existe en la zona ya que esta mañana todavía salía agua del desgajamiento del alud lo que podría 'originar la caída del resto del cerro', dijo el secretario (ministro) de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
El funcionario, que había sobrevolado el miércoles la zona, bajó este jueves al terreno junto al ministro de la Defensa, Salvador Cienfuegos, tratando de levantar el ánimo de los pobladores y comprometiéndose a apoyarles ante la catástrofe.
Sin maquinaria posible y valiéndose sólo de sus manos, el centenar de policías federales destinados en La Pintada no dejaban esta tarde de tratar de retirar montañas de escombros.
'Esto va a tardar, no sabemos cuanto, pero va a ser tardado', admitía un agente.
