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La Habana cumple 500 años de fundación

  • 16 noviembre 2019 /

Automóviles estadounidenses de los años 50, conocidos como “almendrones”, y un centro histórico lleno de calles adoquinadas, palacios y fortificaciones son parte del encanto que fascina a los turistas que visitan Cuba. En 2018 fueron 4,75 millones.

La Habana.

Una multitud de habitantes sigue cada año la tradición de dar tres vueltas alrededor de un árbol de ceiba que, según dicen, trae buena suerte y responde al hecho de que la primera misa y el primer cabildo en la villa de San Cristóbal de La Habana se celebraron a la sombra de una ceiba, el 16 de noviembre de 1519.

Según los historiadores, ese fue el acto fundacional de esta ciudad de 2,1 millones de habitantes, creada por colonos españoles y que permaneció bajo el poder de España hasta 1898.

El rey Felipe VI visitó Cuba esta semana para dar comienzo a las celebraciones.

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En sus tres días de estancia, Felipe VI sostuvo conversaciones oficiales con el presidente Miguel Díaz-Canel; recorrió el centro histórico de La Habana y sostuvo reuniones por separado con representantes de las comunidad española, de los empresarios españoles que trabajan en la isla y de la sociedad civil cubana.

EEUU bloquea a Cuba, España más se acerca
El bloqueo al país caribeño se endureció el pasado mes de mayo cuando el presidente estadounidense, Donald Trump activó los títulos III y IV de la ley Helms-Burton, que dan vía libre a demandas contra compañías que se lucren de antiguas propiedades privadas confiscadas tras la Revolución cubana de 1959, lo que afecta a empresas españolas con negocios en el país caribeño, en especial, las del sector turístico. Varias empresas españolas ya han sido demandadas y España, como parte de la Unión Europea, tiene una legislación para defender sus empresas.

En su discurso de despedida, el miércoles, el monarca le expresó públicamente a Díaz-Canel la voluntad de España de acompañar a Cuba en todos los ámbitos de su proceso de cambios, pero pidió al presidente que la isla se abra a la realidad “diversa y plural” de sus ciudadanos. “Señor Presidente, queremos acompañarles; y queremos hacerlo sobre la base del respeto”, dijo, pero añadió que “es necesaria la existencia de instituciones que representen a toda la realidad diversa y plural que existe de los ciudadanos; y que estos puedan expresar por sí mismos sus preferencias”.

El historiador oficial de la ciudad, Eusebio Leal, es considerado como el “salvador” de La Habana, donde desarrolló en las últimas tres décadas un ambicioso trabajo de conservación y restauración.

“Mágicamente o por una serie de fenómenos políticos, económicos y sociales, (La Habana) permaneció intacta, esperando su momento”, dice el historiador a propósito de la parálisis urbanística provocada por la revolución socialista de 1959, liderada por Fidel Castro, y después el bloqueo estadounidense vigente desde 1962.

El modelo de autogestión creado por Leal permite usar una parte de los ingresos turísticos para restaurar el centro histórico, donde numerosos edificios se caían a pedazos.

La ciudad aceleró las obras antes de las festividades, con reformas de edificios antiguos, la construcción de varios hoteles de lujo y la renovación de una parte de las calles del centro y el Malecón.

Roberto Molina, un pescador de 69 años que se instala cada día en el Malecón, mantiene la sonrisa. “El habanero es alegre, si está triste es porque es un aburrido. Si resuelves hoy, resolviste. Si no resuelves mañana, te jodiste. Pero de todas maneras vas a resolver”, dice.

“Que hay dificultad es verdad, que es un reto a veces llegar a la casa, tener la conversación íntima con mi refrigerador que yo abro y digo, qué voy a cocinar hoy”, cuenta Alina González, una geriatra de 57 años. Pero eso no le hace perder su amor por La Habana y quiere “seguir caminando por sus bellos parques, por el Malecón, por todo su esplendor, por mucho tiempo”.

Dos batallas históricas

Santiago de Cuba vivió el jueves la primera visita de un rey de España en toda su historia con la llegada de Felipe VI para rendir homenaje a los soldados caídos en 1898 en la guerra contra EEUU por la independencia de la isla. Un tributo a todos los que dieron su vida en la isla en esa contienda pero visualizado en sendos homenajes a los que murieron en dos batallas, la de las Lomas de San Juan y la de Santiago de Cuba, que supusieron el fin de la pertenencia de Cuba a España y, por ende, del imperio colonial español.

La batalla de las Lomas de San Juan se libró el 1 de julio de 1898, al este de Santiago, y la segunda, fue la batalla naval que dos días más tarde, en la bahía de la ciudad, y supuso supuso la destrucción de la flota española del Atlántico al mando del almirante Pascual Cervera. Esa fue, además, la única batalla naval de la historia militar del país caribeño, en aquel momento una provincia más de España. EEUU se había ido involucrando en la guerra de independencia cubana con el fin último de expulsar a España de la isla.

EEUU llegó a ofrecerle a España la compra de Puerto Rico y Cuba, pero ante la negativa española buscó el enfrentamiento, y la explosión del acorazado “Maine”, el 15 de febrero de 1898, en el puerto de La Habana, que causó 250 muertos y de la que acusó a España, le sirvió para declararle la guerra el 25 de abril. Una contienda que se decantó en tres meses y que tuvo su desenlace en las dos batallas de Santiago, la que fue la primera capital del Gobierno español en Cuba y que era objetivo prioritario para los estadounidenses.

Se lanzaron a su conquista y para ello tenían que superar las defensas españolas apostadas en las lomas de San Juan y que sumaban unos 300 hombres, un número muy inferior de efectivos y armamento al del enemigo. La que está considerada como la batalla más sangrienta de la guerra, con decenas de muertos en ambos bandos pero sobre todo estadounidenses, contó con la participación del que después llegó a ser presidente de EEUU, Theodore Roosevelt. Los tropas españolas sucumbieron y las de EEUU, ayudadas por los independentistas mambises, quedaron ya más cerca del objetivo de tomar la ciudad de Santiago. Aún más lo estuvieron dos días después, cuando la escuadra española que había acudido en defensa de Cuba quedó hundida en el mar.

El almirante Cervera había intentado convencer dos meses antes al Gobierno español de que el envío de sus barcos a Cuba supondría su destrucción ante la clara superioridad estadounidense, tanto en número de soldados como en buques y armamentos, pero la orden siguió adelante. “Con la conciencia tranquila, voy al sacrificio”, contestó el militar ante esa decisión que llevó a la flota a entrar en la bahía de Santiago a mediados de mayo.

Siguió advirtiendo del suicidio que supondría combatir en el mar contra el enemigo, pero el 3 de julio sus barcos salieron de la bahía y se enfrentaron a los estadounidenses confirmándose la “horrible e inútil hecatombe” que había pronosticado Cervera.

Entre las filas españolas hubo 326 muertos y tan solo uno entre las del enemigo, y Cervera, que alcanzó la costa a nado, fue uno de los más de 1,700 prisioneros en manos estadounidenses. Santiago se rindió a los pocos días, el 16 de julio, y menos de dos semanas después España admitió su derrota y solicitó conversaciones de paz que desembocaron en la firma del Tratado de París, el 10 de diciembre.

Fue una guerra corta pero que, junto con la pérdida de otras posesiones como Filipinas y sus posteriores consecuencias políticas y económicas, hizo de ese 1898 un histórico punto de inflexión.