Washington, Estados Unidos
Lejos de conformarse con salir en las fotos oficiales, Ivanka Trump se ha abierto paso en el centro de poder de la Casa Blanca, con una influencia creciente que puede ayudar a moderar las posiciones de su padre, pero también despierta dudas éticas sobre nepotismo y conflictos de interés.
Cuando Donald Trump asumió el poder en enero, Washington coqueteaba con el rumor de que su fotogénica hija mayor podría sustituir a su reacia esposa, Melania, en el papel de primera dama.
A Ivanka incluso le preguntaron si tendría una oficina en el ala este de la Casa Blanca, reservada a la primera dama. Nadie sabía, por entonces, que la empresaria de 35 años ya tenía reservado un espacio en la cotizada ala oeste, a pocos pasos del Despacho Oval.
Esa oficina va acompañada de un permiso para acceder a información confidencial y a dispositivos gubernamentales de comunicación, según reveló su abogada, Jamie Gorelick.
Y es que Ivanka se convirtió la semana pasada en la primera hija de un presidente que es contratada por el Gobierno Federal de EUA.
Para no violar las leyes sobre nepotismo, la “primera hija” no recibirá un salario, pero asesorará a Trump en todo tipo de temas, aseguró Gorelick. La noticia culmina una lenta conquista de poder que la hija favorita de Trump ha protagonizado desde el triunfo electoral de su padre en noviembre: ese mismo mes, Ivanka participó en una reunión con el líder japonés, Shinzo Abe, a pesar de los posibles conflictos de interés derivados de su empresa de ropa.
Desde entonces, Ivanka ha ido al teatro en Broadway con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; se sentó al lado de la canciller alemana, Angela Merkel, durante su visita a la Casa Blanca; y se ha formado una cartera política propia en torno a los intereses de las mujeres trabajadoras y el cuidado infantil.
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Disputa
Pero el impacto de Ivanka no se limita a esos temas: es una integrante activa de uno de los dos grandes polos de poder en la actual Casa Blanca, aquel al que el ala populista -la liderada por el estratega Steve Bannon- llama despectivamente “los demócratas”. El equipo de Ivanka lo completan su marido, Jared Kushner, uno de los principales asesores de Trump desde su llegada al poder; y dos empresarios amigos de la pareja, Gary Cohn y Dina Powell.
Muchos en Washington esperan que ese grupo modere las posiciones de Trump y le aleje de las incendiarias ideas de Bannon; y, de hecho, Ivanka y su marido ya han dado pasos como convencer al presidente de que no eliminara algunos derechos laborales concedidos en los últimos años a los trabajadores abiertamente homosexuales.
Pero por el momento, el bloque de Bannon se ha anotado más victorias y es pronto para evaluar la influencia de la hija de Trump en una Casa Blanca repleta de luchas de poder.
Por otro lado, la definición del papel de Ivanka -y su decisión de usar la oficina que el equipo de Trump había reservado desde el principio para ella- ha despertado críticas de los expertos en normas éticas del Gobierno.
| La hija predilecta de Trump ocupará una oficina en el ala oeste de la Casa Blanca.
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“Se pretende que Ivanka Trump tenga un rol formalizado en la Casa Blanca sin que se le exija cumplir con los requisitos éticos que se aplican a los empleados de la Casa Blanca”, escribieron los encargados de temas éticos en los Gobiernos de Barack Obama y George W. Bush, Norman Eisen y Richard Painter, respectivamente.
La carta, dirigida al abogado de la Casa Blanca, Don McGahn, pide revisar los términos del acuerdo laboral de Ivanka y “asegurar que cualquier posible conflicto de interés entre su servicio en la Casa Blanca y su propiedad de sus negocios se ha analizado adecuadamente”. Según su abogada, Ivanka se ha comprometido a seguir las reglas éticas de la Casa Blanca, algo que Eisen y Painter consideran insuficiente porque no está sometida a penas legales en caso de incumplimiento.EFE
| El equipo de Ivanka lo completan su marido, Jared Kushner, uno de los principales asesores de Trump desde su llegada al poder.
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