Dos cóleras se han unido para golpear una vez más a Haití, el país más quebrantado del planeta: la ira de un pueblo desesperado y la epidemia que ya se ha cobrado la vida de 1,100 personas. La cuarta jornada de violencia en Cabo Haitiano, la capital del norte, elevó aún más la temperatura de este volcán social en que se ha convertido el país caribeño desde el salvaje terremoto del 12 de enero.
De nada sirvió el discurso a la nación entonado por su presidente, René Preval: “Estos sectores violentos quieren sembrar la discordia entre Gobierno, Minustah y población”, se justificó. “Estamos ante un intento de desestabilización”.
Sea un plan orquestado por elementos de la oposición o la rebeldía anónima de miles de haitianos contra su destino incierto, “esto es incontenible”, señaló a La Prensa uno de los diplomáticos latinoamericanos que mejor conoce el alma haitiana.Los hechos le dieron ayer la razón: un grupo de rebeldes atacó a pedradas y botellazos a una tanqueta blindada de Naciones Unidas muy cerca del hotel Cite Chauvel de Cabo Haitiano, la ciudad rebelde. La respuesta de los cascos azules provocó la muerte de uno de los asaltantes. Otros cinco resultaron heridos. En total ya se contabilizan tres muertos y decenas de heridos desde que el pasado domingo el mitin de un candidato del partido oficialista fuese boicoteado por una multitud enfurecida.
“¡Aba kolera, aba kolera!” se ha convertido en el grito de guerra de los levantiscos. Varios cientos de personas marcharon junto al Palacio Presidencial de Puerto Príncipe repitiendo el mismo grito de guerra que resuena en Cabo Haitiano desde el pasado domingo. Liderados por las organizaciones populares de los campos de desplazados, los manifestantes convocaron a toda la ciudad para la gran concentración de hoy, todo un pulso contra el gobierno del presidente Preval.
Cuando gritamos fuera el cólera también lo hacemos contra nuestro Gobierno y contra la Minustah”, señaló Louise Felinda, una joven de 19 años que lleva diez meses malviviendo entre las carpas de Dessalines.
“Los dos están haciendo atrocidades, quiero que dejen mi país, que se vayan”, añadió esta manifestante, una de las más vehementes de la marcha. Cientos de volantes expandieron críticas muy duras contra las tropas de Naciones Unidas:
“Matan a nuestra gente, violan a nuestras mujeres y también nos traen el cólera”. Todo el país, sin excepción, estima que los cascos azules de Nepal han importado una epidemia que ya ha cobrado la vida de más de 1,100 personas y ha llevado hasta el hospital a 18,000.Organizaciones no gubernamentales calculan que esta cifra se queda corta, ya que sólo Médicos Sin Fronteras ha atendido a casi 16,000 personas en sus distintos centros.Las estimaciones futuras son apocalípticas: hasta 10,000 muertos en los próximos meses, según adelantaron investigadores de la Organización Panamericana de la Salud a AFP.
“Las barricadas están impidiendo que la gente reciba atención médica. Estos disturbios no ayudan a frenar la epidemia”, se quejó Preval en su alocución. La ONU ha cancelado vuelos con equipos médicos para la zona norte del país, la más afectada por el cólera.
También la Oxfam ha suspendido el proceso de cloración de agua. Varios depósitos fueron quemados ya asaltados durante los tres días de protestas, incluido uno de alimentos de Naciones Unidas. Incluso una comisaría fue devastada por la ira popular. Existe la amenaza seria de que se suspendan los enterramientos. La contundente reacción de Preval no mitigó un runrún que ayer recorría las zonas más dañadas de la ciudad. Líderes como François Guy, del campo de la Plaza de Petion, reclamaba a sus convecinos de tienda de campaña para unirse a la gran concentración de hoy.“No queremos que aquí se reproduzca la violencia del norte, pero tampoco tenemos nada que perder”, destacó Guy.
Este hervidero no afecta a los 19 candidatos que lucharán el 28 de este mes por la sucesión de Preval. Sus retratos se alinean en el jardín del derruido Palacio Presidencial totalmente ajenos a la realidad.
“Todavía estamos esperando que alguno de ellos se digne a venir por aquí”, protestó Guy. “Tenemos miedo, el cólera nos está matando. Pero el terremoto también lo viene haciendo sin pausa desde el 12 de enero”.
Primer caso en Florida importado de Haití
Organismos internacionales advierten que diez mil personas podrían fallecer si no se logra frenar la epidemia, que ya traspasó sus fronteras y llegó a República Dominicana y Estados Unidos.
Una mujer de Florida que recientemente visitó a familiares en Haití se transformó en el primer caso confirmado importado en Estados Unidos, dijo a la AFP Rob Hayes, portavoz del Ministerio de Salud de ese estado del sur estadounidense. “Tenemos confirmado por un laboratorio que se trata de la cepa que ataca en Haití”, dijo Hayes, quien agregó que la paciente, cuya identidad no reveló ni precisó si seguía internada, “fue tratada y evoluciona bien”. Además, la enfermedad se extendió a la vecina República Dominicana, adonde se detectó un caso el martes. El enfermo es un haitiano de 32 años, hospitalizado en Higuey, dijo el Ministerio de Salud dominicano.