10/12/2025
07:10 AM

Hillary planea su vida para 2013 y analiza una candidatura

En busca de una potencial aspiración a la Presidencia para 2016.

Imagínese que es usted una de las mujeres más famosas del planeta, y está sin trabajo por primera vez en décadas. Le gustaría ganar dinero, pero no quiere descartar la posibilidad de ser candidata a presidenta. ¿A qué dedica entonces su tiempo?

En estos momentos, según dicen sus colaboradores y amigos, el plan de Hillary Rodham Clinton es el siguiente: dejar el Departamento de Estado poco después de la investidura de

Obama para su segundo mandato y retirarse a descansar y reflexionar sobre lo que quiere hacer los próximos años. A quienes le han enviado invitaciones para distintos compromisos en 2013 les ha dicho que no se lo vuelvan ni a preguntar hasta abril o mayo.

A su marido y ella les gustaría comprarse una casa en los Hamptons o en el norte del estado de Nueva York, dicen varios amigos, y allí Hillary Clinton tendrá por fin más tiempo para sus actividades cotidianas, como hacer ejercicio (el verano pasado, entre una crisis mundial y otra, nadaba en una piscina a las seis de la mañana acompañada de un entrenador).

Es probable que aproveche la fundación de su esposo como un lugar en el que refugiarse al menos de forma provisional, y está pensando en escribir un nuevo libro; no un examen de su fallida campaña presidencial de 2008, como había propuesto en una ocasión, sino un repaso más positivo de su periodo como secretaria de Estado.


Una larga trayectoria

Por ahora, Clinton parece tener a su alcance unas posibilidades casi infinitas, y su nombre ha sonado en relación con puestos llenos de prestigio: rectora de la Universidad de Yale, directora de la fundación de George Soros. Pero ser Hillary Clinton nunca es sencillo, y los próximos años, más que un cheque en blanco, son una ecuación con múltiples variables. Su situación es única y complicada: una mujer cuyo marido fue presidente, que está en la cima de su influencia, que pronto perderá su cartera y quizá la inmediata favorita para las próximas presidenciales (un título que no le sirvió de mucho la última vez). Tal vez Clinton descubra que su libertad entraña una enorme limitación. Cuanto más en serio se tome 2016, menos podrá hacer: nada de memorias sinceras en las que cuente todo lo que ha vivido; nada de clientes, comisiones ni puestos controvertidos que podrían causarle problemas. Estará sometida a un escrutinio incluso mayor del que está acostumbrada, y descubrirá qué significa ser una ciudadana particular en la era de Twitter. Como aún quedan cuatro años para las elecciones --en política, una eternidad--, tendrá que cuidar y proteger su popularidad, y quizá se encuentre en una especie de cómodo limbo, incapaz de tomar muchas decisiones sobre su vida hasta que no tome la más importante: si piensa volver a intentar o no llegar a la Casa Blanca.

“Si una persona está pensando en presentarse a las elecciones presidenciales, ¿eso cambia todo lo demás?”, pregunta el exgobernador Mario M. Cuomo de Nueva York, que durante un tiempo se planteó el mismo dilema y que tiene un hijo, el gobernador Andrew M. Cuomo, cuyas propias perspectivas pueden depender de lo que decida Clinton. “Sí. Una vez que toma la decisión, todo lo demás queda despejado”. Aun así, Hillary Clinton tiene que tomar de inmediato varias decisiones, que en opinión de una veintena de colaboradores actuales y pasados son:


Constantes especulaciones

En su anterior campaña presidencial, Clinton proclamó su candidatura casi dos años antes de las elecciones, pero luego pensó que no había sido acertado, porque hizo que la campaña pareciera interminable, según varios antiguos colaboradores que insinúan que si volviera a presentarse esperaría mucho más a anunciarlo.

Ahora, la disciplinada Hillary Clinton no deja de repetir lo mismo en público y en privado: no se va a presentar. Es lo que le dijo al premio Nobel Elie Wiesel, según contó él tras una cena con la familia Clinton. Otras personas cercanas a ella subrayan que nadie sabe nada en un sentido ni en otro, ni siquiera la propia Clinton. “Desconfiemos de quienes pretenden saber la verdad”, dice Philippe Reines, su portavoz en el Departamento de Estado. No obstante, Bill Clinton no puede resistirse a veces a diseñar verbalmente otra campaña para su mujer, dice un amigo que ha estado hace poco con él. “Todo parece indicar que a él le gustaría que ella se presentara”, dice ese amigo.

Las especulaciones no dejan de tener sus ventajas. Si Clinton no se presenta, será una figura muy respetada con un historial de grandes logros; si se presenta, tiene a su favor haber vivido en la Casa Blanca y su potencial histórico. “Nadie que se relacione con Hillary Clinton la ve como una persona que se dirige hacia su ocaso”, dice Reines. Tomado de El País