Managua, Nicaragua.
Por cada una, los criadores les pagan poco más de un dólar, una cifra pequeña comparada con el riesgo de atrapar a las esquivas arañas en sus madrigueras, entre las rocas o en los troncos de los árboles, pero que en Nicaragua equivale a un kilo de arroz o un litro de leche.
'Es la primera vez que salimos a buscar tarántulas. Nos daba un poco de miedo, pero nos animamos a agarrarlas porque estaba la sequía, para ayudarnos a comprar un poco de granos' para comer, relató Leonel.
Este agricultor de 27 años, oriundo de Terranoba, perdió todos sus cultivos de maíz y frijoles en la severa sequía que afectó al Pacífico nicaragüense entre mayo y septiembre.
Con una esposa y cuatro hijos que alimentar, su situación es muy difícil, como lo es la de su tía Sonia, madre soltera de cinco hijos y quien también fue duramente afectada por la sequía.
Leonel y Sonia recorrieron más de 100 km, hasta las afueras de Managua, para entregar su carga de arácnidos al zoocriadero Exotic Fauna, que este mes empezó a reproducirlos con fines de exportación.
Aquí, con el aval del Ministerio de Ambiente, pequeñas urnas de vidrio con pisos de aserrín han sido dispuestas para reproducir unas 7,000 tarántulas.
'Pensamos venderlas a un precio mejor que la boa' que actualmente se cotiza a un máximo de ocho dólares cada una, comentó el propietario del criadero Eduardo Lacayo, quien invirtió en esta aventura empresarial más de 6,000 dólares, obtenidos de la venta de tortugas.
Difícil crianza
Las tarántulas son carnívoros que se alimentan día de por medio con grillos, gusanos y ratones recién nacidos que los cuidadores del centro depositan en sus urnas, en las que permanecen aisladas unas de otras para evitar que se maten entre sí.
'Es más fácil manipular una boa que una araña', porque estos últimos son animales territoriales y cuando se sienten amenazados pican y expulsan un tóxico que causa alergias y dolor, afirma Lacayo.
Las tarántulas, que abundan en las zonas tropicales y áridas de Centroamérica, donde mucha gente les tiene pavor, incuban alrededor de mil huevos cada una en bolsitas que depositan en telarañas, de los cuales nacen entre 300 y 700.
'Tenemos clientes que han confirmado que quieren este tipo de especie' en China y Estados Unidos, asegura.
Alternativa para un sobresueldo
El comercio de arañas, que en cautiverio puede vivir muchos años, es uno de los negocios emprendedores con los cuales Nicaragua, el segundo más pobre del continente, intenta diversificar su oferta exportadora aprovechando todos los recursos de su biodiversidad.
El primero en exportar fue Ramón Mendieta, propietario de un zoocriadero de animales exóticos ubicado en el departamento de Carazo, al sur de la capital, quien vende alrededor de 10,000 tarántulas cebras al año a Estados Unidos y Europa.
'Es una actividad de sobrevivencia porque los costos de producción son altos', incluido el cuidado fitosanitario que requieren los arácnidos para que no contraigan parásitos en cautiverio, declaró Mendieta, quien vende arañas desde hace tres años.
Las arañas nicaragüenses enfrentan, sin embargo, la competencia de Chile que vende tarántulas rodilla roja, menos ariscas, así como de Colombia y el propio Estados Unidos.
Pese a ello 'hay mucha gente que les encanta tenerlas en sus casas, unos para compañía, otros porque les gusta lo peligroso', dijo el biólogo Fabio Buitrago, de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible (Fundenic-Sos).
Agobiado por los efectos de una prolongada sequía en el norte de Nicaragua, Leonel se sobrepuso al miedo, se calzó unos guantes rústicos y se sumó a la caza de tarántulas, una experiencia escalofriante que, sin embargo, alivió su desesperada situación económica.
Leonel, su tía Sonia y su primo Juan se internaron en los bosques de los cerros de Terranoba, en el norteño departamento de Matagalpa, y en dos semanas capturaron unas 400 tarántulas, entre hembras y machos, de las especies 'cebra' y 'rizada'.
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Por cada una, los criadores les pagan poco más de un dólar, una cifra pequeña comparada con el riesgo de atrapar a las esquivas arañas en sus madrigueras, entre las rocas o en los troncos de los árboles, pero que en Nicaragua equivale a un kilo de arroz o un litro de leche.
'Es la primera vez que salimos a buscar tarántulas. Nos daba un poco de miedo, pero nos animamos a agarrarlas porque estaba la sequía, para ayudarnos a comprar un poco de granos' para comer, relató Leonel.
Este agricultor de 27 años, oriundo de Terranoba, perdió todos sus cultivos de maíz y frijoles en la severa sequía que afectó al Pacífico nicaragüense entre mayo y septiembre.
Con una esposa y cuatro hijos que alimentar, su situación es muy difícil, como lo es la de su tía Sonia, madre soltera de cinco hijos y quien también fue duramente afectada por la sequía.
Leonel y Sonia recorrieron más de 100 km, hasta las afueras de Managua, para entregar su carga de arácnidos al zoocriadero Exotic Fauna, que este mes empezó a reproducirlos con fines de exportación.
Aquí, con el aval del Ministerio de Ambiente, pequeñas urnas de vidrio con pisos de aserrín han sido dispuestas para reproducir unas 7,000 tarántulas.
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'Pensamos venderlas a un precio mejor que la boa' que actualmente se cotiza a un máximo de ocho dólares cada una, comentó el propietario del criadero Eduardo Lacayo, quien invirtió en esta aventura empresarial más de 6,000 dólares, obtenidos de la venta de tortugas.
Difícil crianza
Las tarántulas son carnívoros que se alimentan día de por medio con grillos, gusanos y ratones recién nacidos que los cuidadores del centro depositan en sus urnas, en las que permanecen aisladas unas de otras para evitar que se maten entre sí.
'Es más fácil manipular una boa que una araña', porque estos últimos son animales territoriales y cuando se sienten amenazados pican y expulsan un tóxico que causa alergias y dolor, afirma Lacayo.
Las tarántulas, que abundan en las zonas tropicales y áridas de Centroamérica, donde mucha gente les tiene pavor, incuban alrededor de mil huevos cada una en bolsitas que depositan en telarañas, de los cuales nacen entre 300 y 700.
'Tenemos clientes que han confirmado que quieren este tipo de especie' en China y Estados Unidos, asegura.
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El comercio de arañas, que en cautiverio puede vivir muchos años, es uno de los negocios emprendedores con los cuales Nicaragua, el segundo más pobre del continente, intenta diversificar su oferta exportadora aprovechando todos los recursos de su biodiversidad.
El primero en exportar fue Ramón Mendieta, propietario de un zoocriadero de animales exóticos ubicado en el departamento de Carazo, al sur de la capital, quien vende alrededor de 10,000 tarántulas cebras al año a Estados Unidos y Europa.
'Es una actividad de sobrevivencia porque los costos de producción son altos', incluido el cuidado fitosanitario que requieren los arácnidos para que no contraigan parásitos en cautiverio, declaró Mendieta, quien vende arañas desde hace tres años.
Las arañas nicaragüenses enfrentan, sin embargo, la competencia de Chile que vende tarántulas rodilla roja, menos ariscas, así como de Colombia y el propio Estados Unidos.
Pese a ello 'hay mucha gente que les encanta tenerlas en sus casas, unos para compañía, otros porque les gusta lo peligroso', dijo el biólogo Fabio Buitrago, de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible (Fundenic-Sos).
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