Este miércoles 133 cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina vaticana para votar a un nuevo papa tras la muerte de Francisco. Dará así inicio el cónclave, un rito ideado para acelerar la elección y cuyos orígenes se hunden en los siglos.
El papa es el líder de 1.400 millones de católicos en el mundo, pero su designación no cae del cielo sino que, cuando uno muere o renuncia, el sucesor es votado por los cardenales en Roma, la ciudad en la que fue martirizado el apóstol San Pedro hace dos milenios.
Ahora, la defunción de Francisco el pasado 21 de abril ha puesto nuevamente en marcha la maquinaria y el protocolo de la Santa Sede para garantizar este antiguo y fascinante proceso de sucesión.
Dos cardenales, el español Antonio Cañizares y el keniano John Njue, no participarán en el cónclave que comenzará el 7 de mayo por motivos de salud, informó el portavoz vaticano, Matteo Bruni.
La ausencia de los dos purpurados hace que los dos tercios necesarios para elegir al nuevo pontífice totalicen 89 votos.
Ante la necesidad de que se puedan conocer mejor los 133 cardenales se reunirán en dos sesiones este lunes y probablemente también mañana antes del inicio del cónclave en la mañana del miércoles con la misa de 'Pro eligendo pontifice'.
Una vez iniciado el cónclave, los cardenales votarán dos veces por la mañana (inmediatamente después del laudes) y dos veces por la tarde (a partir de las 16.00 hora local, 14.00 GMT). Actualmente hay 133 cardenales electores y se necesitan dos tercios de los votos para ser elegido sucesor de Pedro.
El procedimiento de votación
Los Maestros de Ceremonias dan al menos dos o tres papeletas en blanco a cada elector y salen de la Capilla Sixtina. Cada cardenal llena en secreto la papeleta, escribiendo "claramente, con una letra lo más reconocible posible, el nombre de la persona que elige". Después, dobla la papeleta por la mitad y, sosteniéndola en alto y claramente visible, se dirige al altar, cerca del cual se encuentran los tres escrutadores.
El cardenal jura: "Invoco a Cristo el Señor, que me juzgará, por testigo de que mi voto se da a quien, según Dios, creo que debe ser elegido". Coloca la papeleta en un plato y la desliza dentro de una cáliz, utilizado como urna. Se inclina ante el altar y regresa a su asiento.
Al final de la votación, el primer escrutador sacude la urna varias veces para mezclar las papeletas y el tercer escrutador transfiere las papeletas, una por una, a otro cáliz. Si el número de papeletas corresponde al número total de electores, se procede al recuento.
El Camarlengo recoge las notas y redacta un acta con el resultado. Todos los papeles se queman en la estufa, con un aditivo químico para cambiar el color del "humo".
La 'fumata'
Cada dos votaciones, las papeletas en las que los cardenales han escrito su candidato se queman en una estufa dentro de la Capilla Sixtina y el humo sale de una chimenea situada en el tejado de la misma, alrededor de las 12.00 hora local (10.00 GMT) y de las 19.00 hora local (17.00 GMT).
Pero el humo podría salir antes de esas horas, lo que significaría que se ha elegido papa en la primera votación de cada turno
Una vez realizada la elección, saldrá humo blanco de la chimenea y al mismo tiempo sonarán seis campanas de San Pedro en señal de celebración.