Joe Biden ha sufrido profundas pérdidas personales y vio cómo sus primeras ambiciones políticas quedaron truncadas, pero el veterano político demócrata espera que su promesa de unificar a Estados Unidos lo lleve a la Presidencia tras casi medio siglo en Washington.
En su larga carrera hasta la Casa Blanca, que se extiende durante décadas con dos intentos infructuosos, este político optimista radicado en Delaware sostiene todavía que puede cambiar el talante a Estados Unidos y pasar de la “rabia y la sospecha” a la “dignidad y el respeto”.
A los 77 años, Biden lidera las encuestas y podría estar a un par de pasos de convertirse en la persona más vieja en asumir la Presidencia de Estados Unidos.
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Si gana, heredaría un país agitado por una pandemia que avanza y ha dejado más muertos que en ningún otro país y una Presidencia que él considera mancillada por las “mentiras” de Donal Trump.
En cambio, si pierde ante un presidente “impopular” como el republicano, esto implicaría que es un “pésimo” candidato, en sus propias palabras.
Biden llegó a la política nacional a los 29 años, cuando logró sorpresivamente ser elegido senador por Delaware en 1972.
Pero solo un mes después una tragedia destrozó su mundo, cuando su primera esposa, Neilia Hunter, y su hija de un año murieron en un accidente de coche cuando iban a comprar un árbol de Navidad. Sus dos hijos quedaron heridos de gravedad, pero sobrevivieron, aunque el mayor, Beau, murió a sus 46 años víctima de un cáncer en 2015. Estas tragedias ayudaron a cimentar la empatía con la opinión pública estadounidense que trasluce en sus interacciones cotidianas.
Personalidad
Episodios de su cargo en el Senado hacen sombra a su campaña, como su apoyo a la guerra de Irak en 2003, su rol en la audiencia de confirmación del juez de la Corte Suprema Clarence Thomas en 1991 y su manejo de las acusaciones de acoso sexual contra el magistrado.En campaña ha prometido que como presidente tomará posturas más progresistas en el cambio climático y justicia racial.
Ya no tiene la misma fuerza que durante los ocho años en los que fue vicepresidente de Barack Obama y, aunque conserva una sonrisa de anuncio, su paso es más frágil y su pelo escasea.
Sus críticos y los mismos demócratas se preguntaron si su propensión a los errores y la torpeza iba a manifestarse a lo largo de la campaña contra Trump. Biden ha intentado repeler los ataques.
Pese a que partió como favorito, muchos lo descalificaron por ser muy viejo, muy moderado y su campaña parecía encaminada al desastre después de las primeras primarias, donde Bernie Sanders despuntó del pelotón; pero con la primaria de Carolina del Sur y el apoyo del voto de los ciudadanos negros logró volver a la contienda.
Joe Biden a menudo señala a su esposa Jill (de 69 años), con quien se casó en 1977, como un importante activo para su campaña. Todos los domingos, Biden acude a la parroquia de San José en un barrio acomodado de Wilmington. Allí en un cementerio descansan sus padres, su primera esposa, su hija fallecida y Beau, bajo una lápida decorada con una pequeña bandera estadounidense. En enero, Biden se explayó sobre la indeleble influencia que tiene Beau en su vida. “Cada mañana me levanto (...) y me pregunto: ¿estaría orgulloso de mí?”, contó.