La trama que, según los servicios de investigación e inteligencia de los Estados Unidos, ayudó a alterar el resultado de las elecciones de noviembre pasado fue tejida de Rusia por un grupo de expertos en informática al que han dado en llamar “The Dukes” (Los Duques).
Si bien los rusos han negado cualquier involucramiento, ellos a su vez retan a la inteligencia estadounidense a presentar las pruebas que apoyen sus acusaciones.
A falta de la presentación de estas pruebas y para tratar de desenredar la madeja de acusaciones y contraacusaciones, hay un hilo conductor de acontecimientos que arroja una siniestra sombra de conspiración sobre lo sucedido poco antes de la cita electoral norteamericana. Juzgue el lector.
El correo lo provocó todo
A lo largo de la campaña electoral, el equipo de Hillary Clinton fue víctima de ataques para robarles información, pero solo uno de ellos fue relevante para el resultado final de la contienda con los republicanos.
En marzo pasado, John Podesta, jefe de campaña de Hillary Clinton, recibió un día una alerta en su correo electrónico.
La alerta se parecía a las que recibe cualquier usuario de correo electrónico y que advierte al receptor que “Alguien tiene tu contraseña”.
Esta clase de correos se recibe cuando se detecta un inicio de sesión sospechoso o a través de un dispositivo desconocido. En estos casos, se pide al usuario que cambie de inmediato la contraseña para proteger sus datos al bloquear nuevos intentos de ingresar a la cuenta de correo.
El robo de datos (‘Phishing’)
Tras recibir el correo, Podesta no respondió de inmediato a la petición de cambiar la contraseña, sino que envió el mensaje a su equipo de soporte técnico para que validara su autenticidad.
La respuesta del técnico de diagnóstico Charles Delevan fue “este es un correo legítimo”, de acuerdo con una investigación publicada por el diario The New York Times.
Al hacer clic en el mensaje fue quizás el error que provocó el golpe más contundente que pudiera recibir la campaña demócrata pues Podesta acababa de entregar su contraseña real a través de un método de robo de datos conocido como “phishing” en el que un hacker se hace pasar por una entidad conocida y confiable.
Los demócratas hicieron público ese robo de información en junio, si bien sabían desde un par de meses antes que sus correos y chats eran intervenidos y espiados.
De inmediato tomaron medidas para protegerse y contrataron los servicios de la firma CrowdStrike, que identificó dos grupos de hackers. Uno de ellos, denominado Fancy Bear era de aparición reciente, pero el segundo, llamado Cozy Bear lo había hecho hacía un año atrás.
Ambos nombres identifican a un grupo de ciberespionaje con vínculos al gobierno ruso y al que los servicios de investigación estadounidenses denominas The Dukes (Los Duques).
Demócratas quedan expuestos
Neera Tanden, asesora de Clinton cuyos correos fueron robados, relata que para ella era “una humillación” ver cómo sus datos privados eran publicados y discutidos en televisión nacional.
Tanden está convencida que ese factor fue la diferencia entre la victoria y la derrota de Hillary Clinton.
Los correos de Podesta y otros asesores mostraban las maniobras del equipo de la candidata para ganarle la partida a su principal rival demócrata, el senador Bernie Sanders.
Para poner la cereza al pastel, el portal WikiLeaks publicó antes y después de la convención que nominó a Clinton una serie de correos obtenidos de fuentes que el fundador del sitio, Julian Assange se niega a revelar.
El “no” que nunca llegó
Aunque el daño ya estaba hecho, para los demócratas y el Gobieno de Barack Obama, la historia no ha terminado.
El viernes, Obama dijo que su gobierno tomará acciones de represalia contra Rusia por este ataque cibernético, haciéndose eco de la investigación de la CIA. “No pasa mucho en Rusia sin Vladimir Putin”, dijo el presidente.
Quizá todo este embrollo habría podido evitarse si Charles Delevan no hubiera cometido un error que reconoció en una entrevista al New York Times: olvidó incluir la palabra “no” en su respuesta a John Podesta.
En su mensaje de respuesta tenía que haber dicho “este no es un correo legítimo”.