Un mes después del comienzo de las inundaciones en Pakistán, la catástrofe sigue agravándose cada día, con nuevos desbordes de las aguas en el sur, donde un millón de personas han tenido que dejar sus hogares en las últimas horas.
Las aguas están causando estragos en la provincia suroriental de Sindh, donde han sufrido graves daños presas, canales y muros de protección, incapaces de contener el enorme caudal de agua que lleva el río Indo, según una fuente oficial.
Según la ONU, en las últimas 72 horas, un millón de personas se han desplazado por nuevas inundaciones en un corredor entre los distritos de Qambar-Shahadadkot y Thatta, es decir, de norte a sur por la margen izquierda del Indo hasta su llegada al mar Arábigo.
“Un desastre que ya es colosal está volviéndose todavía peor, por lo que se necesita una respuesta aún más colosal. La magnitud de esta crisis está alcanzando niveles que van más allá incluso de los temores iniciales”, advirtió en un comunicado el organismo.
Las autoridades han alertado de la necesidad de seguir evacuando a la población de las áreas más vulnerables, al tiempo que los organismos humanitarios han instado a la comunidad internacional a impulsar el ritmo en las donaciones, que de nuevo se ha vuelto lento.
En rueda de prensa en Islamabad, un portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Maurizio Giuliano, destacó este viernes que en los últimos días “no se ha recaudado nada”.
Giuliano sostuvo que se ha ampliado de tres a seis meses el marco de acción del plan de emergencia de la ONU, para el que se han recibido 290 de los casi 460 millones de dólares requeridos para proporcionar comida, agua potable, cobijo y atención sanitaria a unos ocho millones de afectados, los que están en peor situación.
Algunos países e instituciones destinan su ayuda a otras organizaciones no gubernamentales o directamente al Gobierno, con lo que se estima que, entre promesas y aportaciones consumadas, Pakistán se ha asegurado unos 800 millones de dólares hasta ahora.
Favorecidos terroristas
Las inundaciones, que han anegado ya unos 160,000 kilómetros cuadrados del territorio -20 por ciento-, están haciendo que se dispare la malnutrición infantil o las enfermedades entre los damnificados, con más de 430,000 casos registrados de diarrea, 609,000 de infecciones cutáneas o 71,400 de malaria.
Ante este panorama, una fuente de los principales servicios secretos paquistaníes (ISI) admitió hoy que la estrategia de Pakistán en la lucha contra el terrorismo podría verse muy afectada.
“En estos momentos, la prioridad (de las autoridades) es destinar todos los recursos a proporcionar asistencia a los damnificados. Esto es una crisis a largo plazo, podría afectar bastante a la guerra contra el terrorismo”, dijo a Efe un alto cargo del ISI.
El Ejército paquistaní tiene desplegados a unos 60,000 efectivos por todo el país, que están participando activamente en las tareas de rescate y asistencia, y unos sesenta helicópteros militares están siendo utilizados actualmente para estas labores.
Según la fuente de inteligencia, Ejército y Gobierno continúan “comprometidos” en la lucha contra la insurgencia talibán y las operaciones militares en el conflictivo noroeste “siguen en marcha”, pero la atención de las autoridades se ha desviado ahora hacia asuntos más prioritarios.
Muchos analistas creen que la crisis está permitiendo a los integristas reorganizarse, y desde Washington se sostiene que los talibanes planean cometer atentados contra trabajadores extranjeros de las organizaciones humanitarias enfrascadas en el auxilio de los afectados.
“Este tipo de comentarios (sobre la actividad de los insurgentes) buscan perturbar la asistencia”, se lamentó la fuente del ISI, quien no obstante reconoció que las fuerzas de seguridad están en alerta, pues “el riesgo” de ataques “siempre está ahí”.
La ONU, a través del portavoz Giuliano, reafirmó hoy su “empeño en salvar vidas” sin miedo a las amenazas de los talibanes y subrayó que “hasta ahora la seguridad no ha sido un obstáculo”.
Las peores inundaciones en el territorio en los últimos ochenta años han causado desde finales de julio al menos 1,600 muertos y entre 17.2 y 20 millones de afectados.
Aumentará la pobreza
Los daños a los cultivos son “masivos” y en algunas áreas “se perdió casi todo”. Tal es el caso de la provincia de Punjab, que es considerada el granero del país.
Los mercados no están funcionando, las reservas se perdieron y la gente también perdió sus cosechas y ganado. “El precio de la comida, especialmente de frutas, verduras y granos está aumentado terriblemente. Esto es muy peligroso en un país con el 48% de sus habitantes bajo la línea de la pobreza”, asegura Jamal. También seis millones de personas necesitan que se les provea de agua potable, en caso contrario, se temen que broten las epidemias transmitidas por el agua contaminada. La OMS reporta más de 15,000 casos de diarrea aguda.
El Ramadán encontró hoy a Pakistán inundado de norte a sur. Los musulmanes acostumbran ayunar del amanecer al anochecer durante este mes. “Ramadán o no Ramadán, ya estamos muriéndonos de hambre”, dijo Mai Hakkema a AP. Esta mujer afectada asegura que están forzados a ayunar por el desastre que azota al país desde hace dos semanas.
Mufti Muneebur Rehman, uno de los líderes religiosos más reconocidos ha dicho a los medios que pide a los afectados que paren los ayunos y que los hagan más adelante en el año. Por otra parte, los talibanes lanzaron un comunicado en el que decían que las inundaciones son “un castigo de dios al país” por aceptar a los líderes seculares y urgieron a boicotear la ayuda extranjera.
Vienen epidemias
Tras las inundaciones, los organismos de ayuda temen una segunda oleada de muertes por las epidemias, que se pueden transmitir muy rápidamente dadas las pésimas condiciones de salubridad en las que viven los afectados: sin agua potable, sin comida, sin refugio y sumergidos en agua contaminada. Millones de personas lo han perdido todo y los talibanes pueden aprovecharse de la situación. El ministro de Exteriores, Shah Mahmood Qureshi, reconoció en una entrevista a la BBC que la gente que está sufriendo podría aceptar la ayuda de quien sea, incluidos los extremistas.
Con el gran trabajo de reconstrucción que queda por delante en Pakistán, la estabilidad del país está en juego, según los analistas. “Si el Gobierno no maneja apropiadamente el trabajo de reconstrucción y rehabilitación, la ira de la gente se va a volver en su contra”, asegura el analista político y de defensa Hasan Askari Rizvi. El primer ministro Yusuf Raza Giliani se ha comprometido a formar una comisión independiente para gestionar los fondos.
Sigue la lluvia
La ONU ha lanzado su plan de respuesta de emergencia a las inundaciones. Se necesitarán unos 460 millones de dólares en las siguientes semanas para “cubrir las urgentes necesidades humanitarias de millones de personas”, dice en un comunicado.
Ésta es una “catástrofe mayor”, según el encargado de asuntos humanitarios de la ONU, John Holmes. Dice que la cifra de muertos ha sido relativamente baja comparada con otros desastres naturales, pero que el número de afectados es extraordinariamente alto. “Si no actuamos suficientemente rápido, muchos más podrían morir de enfermedades y falta de alimentos”, concluyó.
El Gobierno estima que más de 14 millones de personas están afectadas en diferentes grados. La tragedia podría alcanzar dimensiones todavía peores, ya que la lluvia sigue cayendo en algunas zonas y existen más riesgos de inundaciones. Cientos de miles de personas están desplazadas.