El espíritu solidario que caracteriza a los hondureños se ha hecho sentir en las últimas semanas tras la devastación dejada por las tormentas tropicales Eta y Iota en Honduras.
Muchas personas, de forma individual u organizadas en grupo, han estado prestando su apoyo a las familias damnificadas con donaciones de alimentos, ropa, productos de higiene personal, y a los más osados no les importó arriesgar su vida para rescatar a bordo de lanchas a quienes quedaron atrapados en medio de las inundaciones en los techos de sus casas.
También fundaciones y organizaciones mostraron su empatía con quienes en este momento más lo necesitan, entre ellas World Vision Honduras, la cual ha destinado más de 433 millones de lempiras para atender durante la emergencia.
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Nahúm Maldonado, técnico gestor de la organización, indicó que tienen más de 46 años aportando al desarrollo y bienestar de Honduras a través de los menos favorecidos, y con la situación actual no fue la diferencia.
“Estamos trabajando con fondos propios, pero también con capital de Usaid, que han confiado en nosotros para que ejecutemos ayudas y las hagamos llegar a las personas más vulnerables”, puntualizó Maldonado.
Explicó que además de donar kits con víveres de primera necesidad están dando apoyo psicológico a los damnificados que están en los albergues. “No están solos, estaremos con ellos el tiempo que sea necesario”, agregó Maldonado.
“Nunca tuve miedo mientras anduve haciendo rescates”
Para Diego Sánchez no existe satisfacción más grande que haber salvado la vida de más de 400 familias de las inundaciones.Gracias a sus conocimientos en primeros auxilios y rescates acuáticos por haber sido voluntario de Bomberos por 10 años, el aguerrido joven no lo pensó dos veces para salir en sus lanchas a rescatar personas atrapadas en los sectores donde las aguas lluvias llegaron hasta los techos de las viviendas.
“Yo puse a disposición dos lachas y logré conseguir ocho más, en un principio todo salió de mi bolsa, estuve costeando los gatos de gasolina sin cobrar un lempiras a los damnificados.
Mi pago era ver sus caras de alegría”, relató. Su vida estuvo en peligro cuando una correntada lo arrastró junto a otras personas mientras realizaba labor de rescate en la colonia Planeta después de Eta, pero aseguró que eso no le dio temor para continuar con su ayuda.
“Como ser humano me siento útil ayudando a otros”
Cuando de prestar ayuda se trata, la sampedrana Cinthia Fernández siempre dice presente, y la emergencia ocasionada por los más recientes fenómenos naturales nuevamente la pusieron en acción. Es maestra de profesión y una fiel creyente del amor de Dios, por lo que considera que son esas características las que despertaron en ella la necesidad de ayudar a los demás.“Estuve visitando muchos albergues donde conocí a muchas mamás con sus bebés recién nacidos, me causó tanta tristeza que de inmediato comencé a gestionar ayuda para ellos.
Gracias a Dios, muchos amigos, familiares e incluso personas fuera del país que no conocía enviaron sus aportes y con esto pudimos ayudar a muchos de los que están en los albergues”, relató la joven. Aunque lo peor ya pasó, Cinthia sigue dando muestra de su solidaridad en el albergue de la escuela Ramón Amaya Amador.
“Entregamos más de 600 platos de comida”
Junto a su esposa y su hijo de 9 años, Edson Nolasco está saliendo a las calles de San Pedro Sula a repartir platos de comida a los cientos de damnificados que se encuentran sobre los bulevares y debajo de los puentes, una labor que hasta hoy continúa realizando.“Ya entregamos más de 600 platos de comida, todo esto es posible gracias a las donaciones que otras personas nos hacen. Tengo alrededor de un mes de estar saliendo a tocar puertas para pedir contribuciones, y gracias a Dios hemos encontrado personas buenas que nos han ayudado en este camino”, reflexionó el ciudadano.
Aunque es difícil distribuir su tiempo entre el trabajo y las largas horas de labor social, afirmó que en situaciones como las actuales es fundamental ponerse en los zapatos de las personas afectadas.
Si usted desea ser parte de la red de donadores, puede comunicarse al 9864-5815.
“He estado presente desde la emergencia del covid”
incansable. Con apenas 22 años de edad, Keyla Mejía ya tiene muchas historias por contar gracias a su labor como voluntaria de la Cruz Roja desde hace cinco años, experiencia que le dio el coraje para apoyar durante los rescates de damnificados por las tormentas en la ciudad de El Progreso.“Me levantaba a las 6:00 am y terminaba hasta la una o dos de la madrugada. Era cansado, pero sabía que esas personas necesitaban de nuestra ayuda. A veces no teníamos para comer, entonces las personas que llegaban a regalarles comida a los damnificados nos daban y así íbamos pasando”, dijo Keyla. Recordó que en momentos fue complicado conseguir recursos para hacerse las labores humanitarias, pero siempre encontraron quien ayudara.
La voluntaria también se ha encargado de dar charlas psicológicas en los albergues para apoyar la parte emocional de los damnificados.