07/11/2024
10:07 AM

Sin castigo masacre de la 27 calle

Eran las 9.30 de la noche y todo transcurría con normalidad en la glorieta “Los Amigos de Clarissa”.

Eran las 9.30 de la noche y todo transcurría con normalidad en la glorieta “Los Amigos de Clarissa”.

Era sábado y había mucho movimiento en uno de los establecimientos de moda de la colonia Valle de Sula número uno.

Los clientes degustaban baleadas y pollo con tajadas. Muchos de los presentes tomaban cervezas.

De pronto se desató el terror. Seis personas armadas con Ak-47 y pistolas nueve milimetros irrumpieron en el local y empezaron a disparar a diestra y siniestra.

El saldo que dejó la balacera fue 12 personas inocentes muertas.

Hoy, lejos de aquel trágico 12 de abril de 2003, los familiares de las víctimas aún esperan respuestas de las autoridades policiales para castigar a los responsables del múltiple crimen.

En aquel entonces, la Policía estableció que el móvil de la matanza era un ajuste entre narcotraficantes.

Una de las tesis señalaba que la propietaria de la glorieta, identificada como Maritza Clarissa Ramos le estaba ganando terreno a otros distribuidores de droga en la zona y como venganza los sicarios llegaron al negocio a perpetrar la matanza.

Antes de que se produjera la masacre, Maritza fue informada de que iban a llegar a asesinarla. Ella sigilozamente agarró su cartera y huyó del local.

Otras versiones apuntan que la reyerta se produjo porque la mujer le “jugó sucio” a un capo de la droga, al venderle cinco kilos de cocaína adulterada.

Durante el reconocimiento de los cadáveres, las autoridades sólo encontraron ocho onzas de cocaína.

Ningún procesado

El subdirector de la Policía de Investigación, Marlon Miranda, aseguró que el caso continúa en investigación. “Las primeras pesquisas que se recabaron en la escena del crimen fueron enviadas al Ministerio Público, son los fiscales quienes pueden determinar si hay personas involucradas y librarles órdenes de captura”, indicó Miranda.

Actualmente, en los archivos judiciales no hay ningún proceso abierto contra los artífices del baño de sangre.

Nadie sabe nada

Entre las víctimas se encontraban dos mujeres. Ana Zúñiga y su amiga Carmen Mejía Fernández.

La primera era originaria de Catacamas, Olancho, y tenía una semana de haber entrado a trabajar como mesera al negocio, mientras que la segunda apenas tenía tres días de laborar.

Ambas llegaron ilusionadas al merendero, pues ya tenían un empleo que les permitía llenar las necesidades básicas de sus familias y mantenerse al día con el pago de un pequeño cuarto que alquilaban en el barrio Cabañitas.

Los parientes de Mejía y de Zúniga, al igual que las otras 12 víctimas, mantienen la esperanza que este caso no vaya a quedar en la impunidad como han quedado miles en el país.

René Espinal, padre de José Mauricio Espinal, uno de los ultimados, le exigió a las autoridades profundizar lo que realmente pasó la trágica noche del 12 de abril de 2003.

“Lo único que sabemos sobre ese hecho es lo que han informado los medios de comunicación; de las investigaciones policiales no sabemos nada”, apuntó Espinal.

La muerte de José Mauricio, además del dolor por su partida, dejó otra gran secuela: su madre no ha resistido su ausencia física y por ello sufre daños mentales.

Por su parte, José Antonio Dubón, quien tiene el mismo nombre de su padre ya fallecido, dijo que su familia ya perdió las esperanzas de que se haga justicia contra los responsables del múltiple crimen.

“Nuestra familia ha dejado el caso en manos de Dios; sabemos que es casi imposible que haya justicia terrenal”, agregó José Antonio, quien tenía 16 años cuando ocurrió la masacre.

Él sigue llorando por la ausencia de su padre, a quien califica como un ejemplo a seguir.

El resto de parientes de las víctimas ha decidido marcharse de la colonia Valle de Sula, algunos hasta vendieron sus casas.

Los parientes de los asesinados manifestaron que lo más lamentable que dejó la matanza es que algunas familias posteriormente se desintegraron.

Confabulación

Eugenio Rodríguez, hermano de Carlos Arturo Obando, considera frustrante que los cuerpos policiales y los encargados de impartir justicia no muestren interés por esclarecer este caso.

“Las autoridades en vez de mostrarle al pueblo seguridad jurídica pareciera que están infiltrados.

Lo extraño del caso es que la Policía tiene conocimiento sobre las circunstancias que provocaron la matanza, pues los propietarios del negocio estaban vinculados en cuestiones de narcotráfico y el ataque iba dirigido hacia ellos.

Pero los que pagaron las consecuencias fueron personas inocentes que durante estuvieron vivos no le hicieron mal a nadie y su pecado es haber estado en el lugar equivocado.

Matanza en el Valle de Sula

El 12 de abril de 2003 por la noche ocurrió la tragedia.

El 13 de abril en horas de la madrugada

murieron cuatro personas en el hospital.

El 13 de abril los dolientes se presentaron a

Medicina Forense a reclamar los cadáveres.

15 de abril las víctimas fueron sepultadas

en diferentes cementerios de la ciudad.

Ni rastros de Maritza

San Pedro Sula. Las autoridades policiales no tienen ningún rastro de Maritza Clarissa Ramos, la dueña de la glorieta donde ocurrió la matanza.

El día de la tragedia, Maritza estaba en el negocio, pero huyó antes de que ocurriera la balacera, tras recibir información de que iban a llegar a matarla.

El ex ministro de Seguridad, Óscar Álvarez, aseguró en aquel entonces que la matanza era una venganza del narcotráfico.

Las autoridades policiales y los expertos cuando analizaron las ocho onzas de cocaína que encontraron en la glorieta establecieron que la droga tenía un alto grado de adulteración con bicarbonato y yeso, por lo cual las investigaciones preliminares indicaban que las personas que le compraron varios kilos de coca a Maritza Ramos se sintieron burlados, pues habían pagado una buena suma de dinero por la droga, de la cual creyeron que era 100 por ciento pura.

En las investigaciones en el lugar del hecho, la Policía comprobó que minutos antes de la balacera los sicarios buscaron dinero y droga en todo el negocio y en una casa que quedaba en la parte trasera de la glorieta.

En el interior de ambos locales quedaron muebles regados y sillas y otros artículos destruidos. Todo hace suponer que buscaban algo y al no encontrarlo, descargaron sus armas.

Balas hirieron a seis

La tragedia que marcó para siempre la vida de unas 12 familia aún esta en la impunidad.

La balacera en el interior de la glorieta dejó como resultado la muerte de Melvin Javier Sandoval Cruz, Luis Sebastián Santos Torres, Dany Gustavo Pineda Madero, José Mauricio Espinal Hernández, José Antonio Dubón Mejía, Carlos Arturo Obando, Carmen Mejía Fernández, Ana Zúñiga, Bertha Lidia Martínez García, Jamsen Joel Fuentes Pérez, José Alfredo Guerra y Alex Oswaldo Zúñiga Quintanilla.

En la gloriera murieron instantáneamente ocho personas, los restantes perecieron cuando eran atendidos en el hospital Mario Rivas.

La balas también dejaron heridos ese día a Manuel de Jesús Sandoval, César Güity, Maynor Dubón, Gustavo Fuentes y los hermanos Melvin y Manuel Bonilla.