07/07/2025
06:06 AM

'Si me matan, sé que he cumplido'

Nació entre la pobreza, creció en ella y ahora sigue con ella. Es el padre José Andrés Tamayo, de 50 años, quien ha tomado la decisión de jugarse su sacerdocio y desafiar la muerte, todo por defender los bosques.

Nació entre la pobreza, creció en ella y ahora sigue con ella. Es el padre José Andrés Tamayo, de 50 años, quien ha tomado la decisión de jugarse su sacerdocio y desafiar la muerte, todo por defender los bosques.

Su madre murió luego de traerlo al mundo en El Salvador y su padre lo dejó al cuidado de otra familia, y hasta los 19 años regresó a conocerlo.

Vendía en los mercados mientras estudiaba su primaria; luego una mujer adulta, Julia Crespín, pretendió conquistarlo, pero como era muy niño no pasó nada más.

Al ver al cura del pueblo, Maximiliano Martini, quien comía muy bien, decidió que quería ser cura por las hambreadas que pasaba.

Ordenado sacerdote vino a Honduras, donde sus dos primeros días durmió bajo el árbol que está al inicio de la segunda avenida de Comayagüela.

Se rebeló contra los depredadores del bosque cuando en un pueblo olanchano iban a enterrar a Juan Sánchez, envuelto en un plástico, mientras ese mismo año talaban más de 50 mil metros cúbicos de madera. Ese es el padre Tamayo, de estatura baja, pero grande de espíritu y valor.

Por razones de seguridad camina con al menos tres elementos estatales de seguridad.

¿Qué recuerda de su infancia?

Mi mamá murió, creo que fue de mi parto, casi dos meses y medio después. Mi papá, al ver que no podía mantenerme por su pobreza, me entregó a la familia García, les pidió que me tuvieran 8 días y pasaron 9 años y no volvió. Me fue a buscar cuando tenía 19 años, pero ya estaba en el seminario.

¿Hasta cuándo convivió con la familia García?

Hasta los 13 años. Ahí me pasó algo curioso, yo miraba cómo el padre del pueblo, Maximiliano Martini, comía bien, pero yo padecía mucha hambre porque mi familia era pobre, vendían arroz en leche, buñuelos, atol chuco, me mandaban a vender y sufrí mucho. Un compañero de escuela se fue al seminario, pero al final no entró, me dio el cupo y la ropa para que yo entrara.

Entonces, ¿no fue padre por vocación?

Al ver mi miseria y que el padre comía bien, dije: yo quiero ser igual. Entonces me hice padre, no por vocación, sino por la boca.

¿Hubo otra motivación?

Mi pueblo era religioso, todos íbamos a misa, yo fui acólito y fue creciendo ese interés.

¿Cuánto tiempo estuvo en el seminario?

Permanecí tres años en Planes de Rendero en San Salvador, luego me trasladé a Guatemala, porque estaba en la congregación franciscana y tenía que hacer un año de noviciado, un período de preparación para los estudios mayores.

¿Y dónde cursó los estudios mayores?

Hice siete años en San Buenaventura, Guatemala, luego pasé a México, regresé a Guatemala y en 1983 fui a Costa Rica a terminar, donde me ordenaron sacerdote.

¿Qué tal le fue entre el colegio y el estudio sacerdotal?

Yo no soy inteligente, lo que tuve fue aplicación al estudio. Me desvelaba estudiando, me encerraba bastante estudiando y eso me ayudó a salir adelante, nunca me aplazaron porque fui aplicado.

¿Sintió la necesidad de abandonar sus estudios sacerdotales?

No, siempre estuve motivado, porque estudiaba y trabajaba casi siempre en hospitales con niños abandonados.

¿Esa historia de velar por el indefenso lo fortaleció?

Yo siento que mi causa está encarnada en la realidad, por la pobreza que tuve desde mi niñez.

¿Qué pasó luego que lo ordenan sacerdote?

Me ubican en la parroquia en San Francisco, en La Merced, en el centro de Tegucigalpa.

¿Cómo y cuándo llega a Honduras?

No conocía, fue en 1983 y había un estado de sitio en Tegucigalpa, estaba acordonado con militares todo el acceso al centro de la ciudad en tiempos de Efraín Bú Girón. Todavía hay un árbol por la Secretaría de Educación, en Comayagüela. Como no me dejaron entrar a cuatro cuadras de donde estaba la iglesia, porque estaba a la par del Congreso, ese 3 de diciembre tuve que dormir en el redondel y hasta llovió esa noche.

¿Les explicó a los militares que usted era el cura de la iglesia?

Sí, pero no me dejaron entrar, dormí en la calle, no me pasó nada, sólo me mojé, a los días pude llegar. Me ubicaron y estando en La Merced, el obispo de Juticalpa Mauro Muldun, me pidió que le fuera a ayudar porque en aquella diócesis casi no habían sacerdotes. Así fue que llegué a Olancho y me gustó, me enamoró el paisaje y la naturaleza.

¿Cuántos años lleva en el sacerdocio?

Tengo 23 años, fui a San Francisco de la Paz como párroco, tuve muchos problemas ahí porque el pueblo tiene mucha gente rica y mucha injusticia.

¿Cómo inicia su lucha por el bosque?

Empecé en 1987, levanté la voz pero se escuchó más cuando llegué a Salamá. Yo miraba la crisis ambiental, las zonas que van quedando desérticas y como el campesino cosechaba menos, la pobreza aumentaba, los ríos tenían menos agua y la gente se iba del campo.

¿Hubo algo más para decir hasta aquí?

Fue en el municipio de Jano, cuando unas gentes iban a enterrar al campesino Juan Sánchez, envuelto en un plástico. Me impactó porque en ese año estaban sacando 50 mil metros cúbicos de madera sólo de ese lugar y cómo era posible que enterraran a un ser humano en un plástico, porque ni la madera de esos árboles podía servirle para un cajón.

¿Qué pasó entonces?

Llevamos al difunto frente a la alcaldía y empecé a hablar contra las autoridades, eso fue en 1999.

¿Teme por su vida?

Aprendí a vivir con la noticia de la vida y de la muerte, sé que me tocará cualquier día, porque denunciar la injusticia o hablar contra los poderosos que se roban los recursos, lo pueden planificar y lo han hecho. No tengo miedo, no voy a huir, si me toca que me maten, sé que he cumplido, hice lo que debía.

¿Ha pensado en desistir de esta lucha?

Nunca, aunque me tocara morir de viejo tendré que ser fiel al ideal.

¿No teme ante la muerte de otros ambientalistas?

Voy en defensa o me acobardo, pero no me lamento ni me escondo, mejor adquiero valor. Cada vez que me levanto me encomiendo a Dios.

¿Sigue el tráfico de madera?

Bastante, porque no hay quien vigile ni controle. Cohdefor se enoja por las acusaciones, desmienten, esconden y hasta podrían pagar para decir que no cometen corrupción. En los documentos no se nota, pero sí en los lugares descombrados, porque se triplica lo que se otorga.

¿Cómo lo ha motivado el premio que recibió en Estados Unidos?

Eso legitima nuestra lucha, nos crea un fuerte compromiso, porque estamos dentro de la verdad.

¿Qué otras actividades apoya?

Estamos más concentrados en agua y vida, resistimos contra las mineras.

¿Cómo califica la lucha de los ambientalistas en el país?

Si lo hablo en general, quizás muy acomodada, dejan hacer y dejan pasar.

¿Ha pensado en irse de Olancho?

Sólo Dios sabe, estoy a gusto en Olancho.

¿Cómo ve el apoyo de la iglesia Católica a esta lucha?

Yo cumplo con el Evangelio, quizás no tomo la directriz de la iglesia aunque hay una doctrina, pero mi fundamento es el Evangelio.

La iglesia es un referente, pero no a quien tengo que obedecer en cierto sentido, lo diré porqué: si tengo que defender una vida, el Evangelio me lo exige, no tengo que pedirlo a una autoridad porque es un deber que tengo.

¿Es fiel a la iglesia?

Siempre me jugué el sacerdocio, supe jugar mi lucha, la nacionalidad y me estoy jugando también la vida.

¿Como es un día en Salamá?

Vivo en la casa cural. Estoy celebrando misa, en la capital, hablando en una radio, es decir trato de cubrir la parte ambiental y evangelizadora. La mayoría de veces como en las aldeas, me voy a tapiscar maíz y a los cafetales.

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“Tengo 9 años de no comprar nada para comer; la gente me regala frijoles, chatas y naranjas. Nunca más he padecido hambre porque la gente es muy buena

Su perfil

Nombre: Andrés Tamayo

Fecha de nacimiento: 24 de septiembre de 1956, en la aldea El Carbón, del municipio Gaudalupe, en el departamento de San Vicente, en El Salvador

Padres: José Benedicto Cortés y Felipa Tamayo

Hermana: Zoila Tamayo

Al vuelo

Música: Cualquier canción moderna pero instrumental.

Autores: Gandhi y Martin Luter King.

Deportes: El ping pong.

Equipo: Me gusta el Olimpia.

La Biblia: Es la voz de Dios que conduce y rectifica, que alimenta el alma.

Un amor imposible: Ninguno, nunca tuve nada.

Extractos

Nacionalidad

“Quiero a este pueblo y defender esta tierra sin derechos, entonces tuve que optar para tener el derecho de protestar y resistir”.

Viajes

“En mi ruta ambientalista he viajado a España, Italia, Portugal, Suiza, Alemania, Estados Unidos, Irlanda e Inglaterra”.

Imagen

“Honduras impresiona en el extranjero, pero es que en Europa casi no se escucha nada de América Latina, menos de Honduras y de violaciones de derechos humanos”.

De crianza

“Mis padres eran Leoncio García y Ersilia Ventura. A los 13 años les preguntaba por qué yo era Tamayo y ellos García, nunca me lo dijeron por el mismo cariño, porque a pesar de la enorme pobreza me trataron igual que a la familia”.

Estudios

“Fue difícil porque vendía y estudiaba y los fines de año iba a cortar café. A los 11 y 12 años le ayudaba a mi papá porque trabajaba en una herrería. A las 2.00 am nos levantábamos”.

Recuerdo

“Con mi hermana nos encontramos cuando tenía 21 años, ella vende comida en el mercado”.

Sus frases

1. “Al presidente Zelaya le he presentado los problemas, ha abierto las puertas, me ha dado seguridad tras las grandes amenazas que querían sacarme del pueblo, pero esto no basta”.

2. “Siento que si me visto elegante ofendo al pueblo, me incomoda bastante andar catrín; además, me siento libre, me siento en cualquier parte sin cuidado de ensuciarme la ropa”.

3. “Una sola vez me reuní con el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, hablamos en el 2003 unas palabritas, pero pienso que está de acuerdo con la causa porque fue a una marcha”.

4. “Nunca me pasé de los límites de la Iglesia, actué como pastor, no soy una persona con gran pensamiento para convencer, pero sí con los hechos”.

5. “La labor del obispo Luis Santos es muy buena, tiene conciencia social, sabe que es necesario salir a las calles, hay que despertar al pueblo, si no nadie despertará y menos el gobierno”.