Un nuevo hecho sangriento causó momentos de terror dentro y fuera del aeropuerto internacional Ramón Villeda Morales cuando en una de las horas más concurridas se desató una balacera que acabó con la vida de seis personas.
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El sangriento hecho ocurrió en las casetas de peajes en el carril de salida de la terminal aérea sampedrana entre 6.00 y 6.30 de la tarde.
Según las versiones policiales, varios sujetos armados esperaban a sus víctimas, todos hombres, que acababan de salir de la terminal, supuestamente al ir al encuentro de alguien que iba llegando en un vuelo de Miami que tocó tierra a las 5.30 de la tarde.
En el hecho, además de las seis víctimas, resultaron tres personas heridas, que fueron trasladadas por patrullas de la Policía a un centro asistencial en La Lima.
Al filo de las once de la noche comenzaron a conocerse los nombres de algunas de las víctimas a medida que Medicina Forense iba haciendo los levantamientos.
Entre las víctimas están Ramón Yubini Murillo Lara, 23, originario de La Ceiba, Carlos Roberto Hernández Montoya, 32, René Fernando Mejía Toledo y Anthony Nahún Martínez, 25. De los otros dos no tenían nombres porque no portaban identificación. Según las pesquisas, les habrían llevado los documentos y las maletas que traían. En la escena también estaba resguadada una mujer que viajaba con los occisos, Cristina Gálvez, también originaria de La Ceiba. Ella resultó herida.
Ataque planificado
Eduardo Vargas, subcomisario y vocero policial, señaló que el crimen fue bien planificado, ya que, según información recogida en la escena, los asesinos atravesaron sus vehículos para cortarles el paso a sus víctimas.
“Estas personas obstruyeron la salida de los vehículos en que iban los occisos. Se colocaron a unos 10 metros, se bajaron, se dirigieron a los carros y bajaron a los ocupantes para matarlos.
Testigos precisaron que, antes de asesinar a los seis hombres, los sicarios se identificaron como agentes de la DNIC y tras bajar a sus víctimas les pidieron documentación para verificar que fueran sus objetivos.
Luego de acribillarlos huyeron en los tres vehículos que antes habían usado para cortarles el paso a sus víctimas.
“Fue algo bien planificado. Consideramos que es la forma de operar del crimen organizado”, dijo el portavoz policial.
Los carros de las víctimas
Los hombres acribillados se transportaban en una camioneta Pathfinder color champagne sin placas y en un Toyota 4Runner con placas PCC1136, en el cual hallaron el biberón de un bebé.
Otro carro era un Toyota Corolla gris con placas PCS1948 y un pick up rojo PP20124.
En el registro de la base de datos de la Policía, uno de los carros aparece a nombre de Pedro Antonio Mejía Carbajal, que aparentemente reside en la colonia La Unión de San Pedro Sula.
Otro de los vehículos está a nombre de Lucas Arnulfo Maradiaga de El Progreso, Yoro, y el pick up está a nombre de una exportadora de café de la que no se precisaba el nombre.
Antes del levantamiento de Medicina Forense, a uno de los fallecidos le sonó su celular en varias ocasiones. Llamó la atención que el ringtone era de ametralladoras.
Momentos de terror
En vista de que a la hora en que sucedió la matanza el aeropuerto estaba colmado de viajeros y parientes que iban a recibir o a dejar a sus seres queridos, el incidente causó momentos de zozobra.
Según relatos de algunos testigos, todos corrían para ponerse a salvo de los disparos que se dispersaron por varios puntos de la terminal aére,a aunque la distancia entre el sitio del múltiple asesinato y la terminal es algo considerable.
El caos no sólo fue dentro del aeropuerto. Fuera también imperó el temor porque decenas de personas en vehículos se aprestaban a salir y a entrar en el Villeda Morales y el tráfico era denso.
En la entrada del aeropuerto hay dos cámaras de vigilancia, pero hasta anoche se desconocía si estaban en buen estado y si grabaron el hecho.
Levantamiento forense
Al filo de las 8.30 de la noche, miembros de Medicina Forense e investigadores de Inspecciones Oculares de la Dirección Nacional de Investigación Criminal, DNIC, hicieron el levantamiento de los cadáveres.
En la escena se lograron contar 53 impactos de balas de grueso calibre.