14/09/2024
01:59 PM

Playas de Puerto Cortés se quedaron sin cocoteros

Ahora las comunidades garífunas comen menos coco. Las palmeras desaparecieron, en su mayoría, en Travesía y Bajamar de Puerto Cortés.

Ahora las comunidades garífunas comen menos coco. Las palmeras desaparecieron, en su mayoría, en Travesía y Bajamar de Puerto Cortés.
Parece un cuento que estas comunidades porteñas hayan perdido esta especie conocida como Altos del Atlántico, cuya fruta forma parte elemental de su dieta alimenticia y de su economía.

Basta un pequeño recorrido para observar que sus playas ya no lucen tan bellas a raíz del amarillamiento letal del coco, enfermedad que en estos últimos años ha ahuyentado a los turistas y paralelamente los productos derivados del coco son escasos.

La directora de la Unidad de Gestión de Ambiente Municipal, UGA, Kay Bodden, informó que en reiteradas ocasiones han reforestado estas playas, pero como el mal no se detiene, ya penetró destruyendo cientos de cocoteros.

Consecuencias
Después del huracán Mitch, las zonas costeras quedaron muy dañadas. Bajamar es la zona con más daño porque hay lugares donde ya no hay playa pues el mar ha ido ganando terreno, dijo la funcionaria.

Los pobladores se han visto obligados a cambiar su dieta alimenticia a base de coco; lamentablemente los productos como el pan de coco ahora los venden más caro porque tienen que comprar la fruta en los mercados de Puerto Cortés.
El presidente del patronato de Travesía, Jimmy Clotter, contó que las familias garífunas invierten cinco lempiras por cada coco, y si lo obtienen por libra les cuesta 18 lempiras.

“Travesía tiene una plantación nueva como de dos mil palmeras, las cuales estamos esperando que produzca”, señaló Clotter. Informó que actualmente en el lugar hay cocos amarillos pero el preferible es el verde.

Jenny Martínez es maestra de un centro de estudios de Bajamar y expresó que las playas son las menos concurridas por su estado casi desértico.

Programa
Estas plantaciones no sólo sirven de consumo alimenticio, también para protección de los vientos, por lo que ante los fenómenos naturales las zonas corren mayor riesgo.

Bodden dijo que la UGA desde hace unos meses mantiene dos fincas para la generación de semilla de la palma de coco, ya que se les hace más factible producir las semillas y reproducir las plantas en sus viveros, que comprarlas debido a que les generaría un costo de 35 lempiras por cada una. Estas plantas son resistentes al amarillamiento letal.

La producción estará lista para el próximo año, por lo que la UGA buscará otra alternativa para iniciar la reforestación este año. El amarillamiento del cocotero es una enfermedad normalmente letal, que afecta principalmente especies dentro de la familia palmae. Una vez llegada a una isla o región continental, la muerte de cocoteros alcanza 80 por ciento o más de la producción.

Esta plaga es producida por un microorganismo llamado fitoplásmico y transmitida por un insecto chupador saltahojas conocido comúnmente como chicharrita, la cual mata el árbol lentamente en un periodo de 4 a 6 meses después de su contagio, hasta ahora se desconoce cura química u orgánica.