A pesar de los múltiples obstáculos que enfrentan los migrantes hondureños en busca del sueño americano, la cantidad de personas que cruza las fronteras se mantiene y en los próximos meses se pronostica un aumento del flujo migratorio. Por la frontera de Corinto, en el municipio de Omoa, ingresaron el miércoles ocho buses procedentes de México con 132 hondureños retornados, de los que 85 eran menores de edad, por lo que queda en evidencia que la migración infantil se mantiene vigente.
Rubén Figueroa, mexicano y representante del Movimiento Migrante Mesoaméricano, manifestó que el Plan Frontera Sur es una cacería de migrantes centroamericanos, donde se utilizan elementos de fuerzas federales, estatales y principalmente de los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM).
Figueroa aseguró que durante las detenciones de migrantes hay agresiones verbales y físicas, algunas de ellas han quedado documentadas ante los defensores de derechos humanos y en los albergues, que son de los pocos aliados que tienen los migrantes en México. La “cacería” inicia en Guatemala, ya que según el relato de algunos migrantes, patrullas policiales se han dado a la tarea de capturarlos y regresarlos a la frontera hondureña. La mayoría de casos se dan cuando ven grupos familiares en los que van menores de edad. En otros casos, algunas autoridades guatemaltecas optan por extorsionar a los hondureños, denunciaron los deportados.
Este grupo fue deportado el miércoles.
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En un informe del Instituto Nacional de Migración (INM) se reveló que la mayoría de menores retenidos son procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador, registrando en los primeros cinco meses del año 11,893 niños, lo que significa un aumento del 49% en comparación con el año anterior.
De los menores retenidos en México de enero a mayo dl 2015, unos 6,113 niños iban solos; el resto de 5,780 viajaban con familiares.
“El número de madres con menores migrantes se mantiene, pero el de menores de 14 a 17 años no acompañados se eleva”, expresó Figueroa.
Según los hondureños retornados que abandonan el país en busca de un mejor futuro en los Estados Unidos, hay varias estrategias para frenar la migración; pero la prevención del delito contra el migrante, como los asesinatos y secuestros, es un tema que pasa desapercibido para los Gobiernos. A pesar de la persecución contra los migrantes para que no suban al tren conocido como la Bestia, las personas viajan en buses o buscan rutas a pie, que los expone a mayores riesgos de las bandas criminales o de las mismas autoridades mexicanas. “Nos cazan como criminales y muchas veces es mejor ni decir que somos hondureños porque están cansados de nosotros. Si dejamos nuestros países es porque no tenemos más alternativas en nuestros pueblos”, expresó Carlos Torres, migrante retornado de México.
Otro testimonio es el de Rigoberto Bracamonte (19), quien fue detenido en Tapachula, Chiapas. “Soy de San Pedro Sula, me fui porque con mucho esfuerzo me gradúe del colegio y busqué trabajo en varios lugares, pero por falta de experiencia nadie me da oportunidades y no me quedó otra opción que buscar el sueño americano”.
Bracamontes logró recaudar cuatro mil lempiras para su viaje y después de varios días de travesía retornó al país con sus sueños destrozados.
Los migrantes adultos retornados siempre son dejados por los buses mexicanos en la frontera de Corinto, donde los recibe personal de la Cruz Roja, que les entrega kits de aseo y les regalan una llamada de tres minutos para que se comuniquen con sus familiares.