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Pedro Barillas, el hondureño que tiene manos de pinza

  • Actualizado: 24 marzo 2012 /

Pedro Barillas vive agradecido con el regalo de la ciencia.

Perdió sus manos por la explosión de una candela de dinamita, pero un talentoso cirujano sampedrano convirtió sus brazos en dos enormes pinzas con las que Pedro Barillas Henríquez ahora se enfrenta a sus actividades diarias como lo hacía antes del accidente.

“No te aflijás, te vamos a hacer dos dedotes en cada brazo para que podás comer, escribir y hasta manejar carro”, le dijo el cirujano de manos ángel Ramón Pineda, mientras Barillas permanecía internado en el hospital Leonardo Martínez después de ser herido por el potente explosivo.

Le habían amputado las manos. No le quedó un solo dedo debido a que recibió directamente la fuerte descarga del artefacto. No entendía muy bien lo que el doctor Pineda quería hacer con él, pero para aquel hombre acostumbrado a trabajar desde niño, lo que fuera era mejor que quedar inutilizado.
La explosión

El sol meridiano de aquel verano de 1981 fue testigo de la tragedia que ocurrió frente al río Chamelecón en el municipio de Quimistán, Santa Bárbara.

Barillas nunca había pescado con dinamita, pero, esa vez, uno de sus amigos que trajo el artefacto de El Cajón lo invitó a probarlo en el Chamelecón, donde abundaban por ese tiempo toda clase de peces.

Si había sido capaz de derribar cerros para abrir paso a la construcción de la gigantesca represa de El Cajón, cuántos peces no habrían de conseguir con aquel explosivo, pensaron los pescadores.

Barillas encendió la mecha con un cigarrillo, pero no lanzó el cartucho al agua, porque no miraba que salía humo. Fue entonces cuando hizo explosión la dinamita y él voló hasta el río, del que fue sacado casi inconsciente para ser trasladado al hospital.

“Solo le pedía a Dios que no fuera a quedar ciego, porque no miraba nada”, dijo Barillas, quien quedó con una afección en el ojo derecho por el impacto.

Fue suerte para él que por ese tiempo el cirujano acaba de regresar de Europa, donde aprendió la técnica que por primera vez se ponía en práctica en Centroamérica.

El resto de la rehabilitación se debió al optimismo y al entusiasmo que Barillas pone en cada una de sus actividades. Actualmente se dedica a recolectar chatarra en un vehículo de paila para venderla a empresas recicladoras de San Pedro Sula. Cuando le pagan en cheque toma el lápiz y firma como recibido, comenta uno de sus hijos.

Apenas hizo el primer grado, no por falta de interés en el estudio, sino porque sus padres lo sacaron de la escuela “para que fuera a espantar las loras” que se comían la milpa, según dijo.

No se lamenta porque por lo menos aprendió a hacer de todo en la vida, desde ordeñar vacas ajenas hasta cultivar maíz.

“Con las milpitas compré mi primer carrito y esta casita después del accidente”, comentó. Las varillas encarnadas en que fueron convertidos los huesos de su antebrazo también aprisionan con fuerza el machete o el azadón cuando tiene que desarrollar labores en el patio de su casa.

Puede mover a su antojo las enormes pinzas gracias al éxito del procedimiento quirúrgico.

El cirujano conectó músculos de la articulación para lograr la movilidad de las pinzas como parte de este procedimiento conocido como la operación de Krukenberg o las pinzas de Krukenberg.

Barillas no se cansa de agradecer ese regalo que le hizo la ciencia, pues sus “ganchos” funcionan a la perfección. Lo único que no ha probado es ordeñar vacas como lo hacía de niño, pero no cree que sea imposible si llegara a intentarlo.

No se queja más que del Registro Nacional de las Personas, que no le ha entregado su cédula de identidad con el argumento de que no puede estampar una huella digital que lo identifique porque no tiene un solo dedo.

Hace cinco años hizo los trámites al solicitar el documento, sin ningún resultado. Hasta le entregaron la contraseña, pero cada vez que va a reclamar la tarjeta le salen con el mismo cuento. “Aparece en pantalla, pero necesita la autorización del director”, fue lo último que le dijo una empleada del Registro en San Pedro Sula. Sin embargo, para un hombre humilde como él, eso es como ver al Papa, dijo.

La solución es sencilla. El hombre tiene que quitarse los burros y estampar los dedos de sus pies. Luego el Registro consigna en un acta que tiene problemas por amputación de ambas manos y que por esa razón se procedió de esa manera, dijo el abogado Rubén Mateo Galán cuando se le consultó sobre el caso.

Aunque Barillas necesita el documento, estar sin él no le quita el sueño. Su satisfacción, dice, es que no es carga para nadie.

Su familia un apoyo para salir adelante

Hogar. Pedro Barillas Henriquez nació en San Antonio de Copán hace 50 años. Está casado con Ana María Núñez, con quien ha procreado a sus hijos Wilfredo, Delmi Carolina, Sergio Enrique y Nixon Alexander, quienes le han ayudado a salir adelante. Además han sido la motivación de su esfuerzo, según dice.

Método. El éxito del procedimiento estuvo en la fuerza del músculo pronador redondo, la sensibilidad cutánea, la movilidad del codo, la movilidad e independencia del cúbito y el radio, la motivación del paciente, el tratamiento médico, la rehabilitación kinésica y la terapia ocupacional.