Los ríos de Honduras, que podrían ser una fuente de agua para actividades domésticas si no estuvieran contaminados, son en este momento causantes de enfermedades letales.
Según el último Informe de Estadísticas de la Salud del Mundo 2016 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ocho de cada 100,000 hondureños fallecen cada año por no tener acceso a servicios seguros de agua, saneamiento e higiene.
Con esa cifra (exactamente 7.9), Honduras es el tercer país de América Latina que registra la tasa más alta de mortalidad, después de Haití (28.5) y Guatemala (9.2), y, de este modo, quedan en evidencia sus debilidades en el ámbito de saneamiento.
Debido a que en sus casas no cuentan con servicios de saneamientos, muchos hondureños (de áreas periféricas de las grandes ciudades) se bañan en ríos y quebradas contaminadas con aguas domésticas, industriales y desechos que son nocivos. Consecuentemente, ellos se exponen a morir por diarreas, hepatitis A, paludismo, enfermedades parasitarias y cáncer..
Pineda argumenta que esta “es una de las razones más importantes para tratar aguas residuales o servidas” con el objeto de “eliminar los agentes patógenos de origen humano que están presentes en las excretas (...). De esta forma cortamos el ciclo epidemiológico de transmisión”.
Los hondureños que viven en la extrema pobreza lavan ropa y se bañan en ríos contaminados.
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Los ríos, además, reciben todos los días centenares de toneladas de basura que se suman a la gran amenaza.
Carlos V. Urmeneta, director en Honduras de la organización Development Enterprises (iDE), plantea que “con un flujo de agua inestable, sin regulación ni control, es difícil evitar el arrastre de basura durante las lluvias. Es notorio el daño que provocan los desechos sólidos en las barras del Ulúa y Chamelecón afectando la vida humana y la fauna marina costera”.
“Los peces se confunden y comen el material, esto provoca la reducción de las poblaciones de peses y genera peces contaminados que no son aptos para consumo por parte de la población”, explicó.
La organización iDE, que tiene presencia en Honduras, desarrolla proyectos en el mundo para que los agricultores aprovechen el agua y cultiven con técnicas autosostenibles y amigables con el ambiente.
Cáncer
Las aguas de los ríos, a la vez, son receptáculos de químicos altamente peligrosos que tienen origen en actividades humanas, como la agricultura, la ganadería o la minería.
De acuerdo con Urmeneta, por ejemplo, los “ríos aledaños a San Pedro Sula (Chamelecón y Ulúa) poseen contaminación agrícola en dos sentidos: uno, en la cuenca media y alta por cultivos de baja intensidad, y dos, en la cuenca baja por cultivos de alta intensidad”.
“Según el mapa de cobertura del suelo y forestal del ICF 2014, el cultivo de café es el principal contaminante de las cuencas altas y medias. Este cultivo utiliza altas cantidades de fertilizantes nitrogenados y herbicidas para el control de malezas (...), estas sustancias, altamente cancerígenas, queden diluidas y suspendidas en las aguas de los dos ríos, y más aún grave, en las microcuencas que abastecen de agua a la ciudad”, advierte.
Para minimizar los riesgos y las amenazas contra la salud, el director de iDE propone la creación de una asociación de municipios que se encuentren en la zona de influencia los ríos, en el valle de Sula, entre ellos Chamelecón y Ulúa.
Esta asociación “deberá desarrollar un plan de infraestructura que retenga los flujos de agua en invierno y se logre potenciar la producción de energía hidroeléctrica, con represas de uso múltiple para aprovechar los flujos de agua para riego y agua para consumo humano”.
Libres de contaminación, los ríos pueden ser destinos turísticos y fuentes de agua para irrigación agrícola.