12/05/2025
07:35 PM

Medardo Mejía, el eterno exiliado

En dos ocasiones estuvo a punto de ser fusilado por sus posiciones ideológicas opuestas siempre a las tiranías, las que quedaron plasmadas en sus diferentes obras literarias.

En dos ocasiones estuvo a punto de ser fusilado por sus posiciones ideológicas opuestas siempre a las tiranías, las que quedaron plasmadas en sus diferentes obras literarias.

El escritor Medardo Mejía, nacido justamente hace un siglo en Olancho, se consideraba a sí mismo 'un campesino que sembró milpas, que conoció el hambre, la miseria, la cárcel y el destierro'.

Su muerte ocurrió el 30 de abril de 1981 en Tegucigalpa y fue sepultado el primero de mayo de ese año en medio de una masiva concentración de trabajadores quienes lo despidieron con un 'hasta luego hermano de batalla'.

'Se le vio en el movimiento revolucionario de El Salvador, se le conoció militando con los revolucionarios guatemaltecos, porque fue un luchador a tiempo completo, mientras que en Honduras fue máximo dirigente del Partido Comunista', dice el periodista Iván Mejía en su libro 'Recordando a un milpero'.

Por su concepción política, que defendió aún poniendo en peligro su vida, las dictaduras centroamericanas lo orillaron a tomar el camino del exilio.

'Inicialmente, disfrazado de arriero de ganado, botas de hule, sombrero de milpero y riata al hombro, don Medardo dirigió sus pasos a El Salvador; luego transitó por la tierra de Sandino y Rubén Darío; posteriormente por el país de la eterna primavera, Guatemala', manifestó Iván Mejía.

En Nicaragua se dedicó a servir conferencias y a ejercer el periodismo de opinión y de la calle así como a la política-ideológica, pero en estas ocasiones volvió a la condición de exiliado y preso político.

¡Así se escribe!

Estando gobernando Guatemala, Juan José Arévalo le pidió que colaborara en el diario 'Mediodía'. Pasó luego a ser editorialista del 'Diario de Centroamérica, fundado a raíz de la reforma liberal de 1871, y por el que desfilaron escritores famosos como Lorenzo Montufar, José Martí, Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo, José Santos Chocano, Miguel Angel Navarro, y otros colaboradores y redactores de planta.

'Me siento orgulloso del periodismo revolucionario que proyecté en el Diario de Centroamérica desde 1947 hasta 1954. La conciencia me dice ¡Así se escribe! Los guatemaltecos progresistas lo saben', escribió en una ocasión Medardo Mejía.

En 1954 fue derrocado por los militares el presidente de Guatemala Jacobo Arbenz Guzmán, quedando en su lugar el jefe de las Fuerzas Armadas, Carlos Enrique Díaz. Tras el golpe el embajador de Estados Unidos en Guatemala, John Peurifoy entregó a Díaz una lista de 60 comunistas a quienes debía capturar sin pérdida de tiempo y pasar enseguida por las armas. Medardo Mejía era el número 22 en la lista.

El coronel Díaz, después de leer la lista le dijo al embajador: señor, yo soy un militar que cuida sus galones. No puedo capturar ni fusilar a los ciudadanos, compatriotas míos que contiene esta lista.

El embajador pegó un puñetazo en el escritorio presidencial y dijo: ¡Oh, coronel Díaz. Usted no será jefe de Estado un día más. Y así fue.

En lugar de Díaz fue nombrado Elfego Monzón, quien continuó la represión al gusto de Peurifoy.

Sin embargo, el humanista, revolucionario y polígrafo olanchano, al no poder salir de Guatemala buscó asilarse en la embajada de Honduras en tierra chapina, pero los responsables de la sede diplomática lo remitieron a la de México. Así continuó su peregrinar el eterno exiliado.

Bibliografía

Su lucha y su peregrinar quedaron plasmados en sus obras que abarcaron el ensayo, el cuento, la poesía, la historia, el teatro y la sociología

Algo más

Su peregrinaje lo condujo a México donde se vivió la gloria de la revolución y se respiraban otros aires de cambio social y de pensamiento ideológico.

En el país azteca lo esperaba el compatriota Alfonso Guillén Zelaya, quien de inmediato lo relacionó con Alejandro Carrillo y posteriormente, con Vicente Lombardo Toledano'. En ese andar allende fuera de las fronteras patrias tuvo que sortear variados peligros, hasta la amenaza de ser pasado por las armas.

Iván Mejía Reyes

Periodista