San Pedro Sula, Honduras.
San Pedro Sula es la casa de los emprendedores, es la ciudad en la que miles de hondureños fijan su mirada cuando atraviesan tiempos de crisis.
Ha acogido a miles de hondureños que migran de las zonas rurales para tener una vida próspera.
Mario Humberto Canales tiene 37 años y es abogado, originario de Esparta, Atlántida.
Desde que tenía seis años de edad se trasladó con su familia a esta ciudad.
El cambio fue necesario para salir de una crisis económica que atravesaban sus seres queridos en el año 1984. Había que buscar ingresos.
A sus 14 años comenzó a colaborar con su hermano en una sastrería, ocupación de la que heredó el gusto por su madre, Genoveva Tejeda, a quien recuerda desvelándose con trabajos de costura para mantener a sus descendientes. “Empecé a trabajar por necesidad desde muy chico y estudiaba en las noches. En 2004 me gradué en la universidad y desde entonces me dedico a ser sastre y abogado”, dice Mario.
Él es un ejemplo de disciplina, fuerza de voluntad y emprendimiento. Un hombre a quien el deseo de ser mejor no le ha permitido ver barreras, sino oportunidades para lograr objetivos.
Por las mañanas se encarga de casos legales y por las tardes es uno de los sastres más buscados en la ciudad.
Los frutos de su cosecha están sobre un camino de esfuerzo y trabajo. “Cuando tenía que estudiar no salía ni a jugar fútbol con mis amigos. Siempre fui muy juicioso y tomé en serio mis responsabilidades académicas”, destaca Mario.
Este audaz jurista dice que iniciará los trámites para llegar a ser notario.
San Pedro Sula es la casa de los emprendedores, es la ciudad en la que miles de hondureños fijan su mirada cuando atraviesan tiempos de crisis.
Ha acogido a miles de hondureños que migran de las zonas rurales para tener una vida próspera.
Mario Humberto Canales tiene 37 años y es abogado, originario de Esparta, Atlántida.
Desde que tenía seis años de edad se trasladó con su familia a esta ciudad.
El cambio fue necesario para salir de una crisis económica que atravesaban sus seres queridos en el año 1984. Había que buscar ingresos.
A sus 14 años comenzó a colaborar con su hermano en una sastrería, ocupación de la que heredó el gusto por su madre, Genoveva Tejeda, a quien recuerda desvelándose con trabajos de costura para mantener a sus descendientes. “Empecé a trabajar por necesidad desde muy chico y estudiaba en las noches. En 2004 me gradué en la universidad y desde entonces me dedico a ser sastre y abogado”, dice Mario.
Él es un ejemplo de disciplina, fuerza de voluntad y emprendimiento. Un hombre a quien el deseo de ser mejor no le ha permitido ver barreras, sino oportunidades para lograr objetivos.
Por las mañanas se encarga de casos legales y por las tardes es uno de los sastres más buscados en la ciudad.
Los frutos de su cosecha están sobre un camino de esfuerzo y trabajo. “Cuando tenía que estudiar no salía ni a jugar fútbol con mis amigos. Siempre fui muy juicioso y tomé en serio mis responsabilidades académicas”, destaca Mario.
Este audaz jurista dice que iniciará los trámites para llegar a ser notario.
Mario tiene una pequeña oficina en la sastrería para avanzar en trabajos legales cuando lo requiere.
|